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La valoración de la mente en cada acción


Todo maltrato (o toda injusticia) siempre es realizado, en cualquier planeta (en donde haya seres humanos) o en cualquier sociedad, desde una valoración (que en precisión nunca es ética ni racional). En efecto, el ser humano, al valorar algo, siempre lo agrede si no lo valora bien en función de su dignidad o aun de reconocerle unas acciones precisas que ha realizado, y nunca ésas que se le atribuyan erróneamente.

Sí, valorar algo significa que tú eres racional y éticamente consecuente con los conocimientos que has alcanzado de él; y que tales conocimientos han de ser fiables o rigurosos (que guarden una relación con su realidad) y, además, han de ser compensatorios (si revelan o evidencian unos beneficios que da a la sociedad). Exacto.

Pero lo que pasa, también, es que todo ese ser humano que valora ya mal (porque ha aprendido una única manera de valorar y en error) puede nunca estar dispuesto a desaprender ese valorar, a su vez que una sociedad asimile eso como normal. Así, poco a poco, se va determinando una plenísima sociedad que ya valore mal en su conjunto, en machismo, en esclavismo, en cosificación de cualquier bien, etc.

No obstante, la valoración correcta (para todos) ha de ser a través de un equilibrio o a través del uso de la racionalidad, ¡nada más!, de la no-subjetividad, de la no-linealidad de hábitos o de “inconsciencias”. Por eso, la valoración correcta siempre tenderá a indicar-promover superaciones conseguidas sólo en conciencia y en autocrítica, mientras que rechazará a las superaciones meramente estéticas o a esas establecidas por sublimaciones populares.

Hay que pensar que el valorar bueno ha de ser activo en romper errores, progresivo en perfeccionarse pero, sobre todo, humilde en escuchar a otro que pueda ser mejor, o que demuestra que ya es mejor. Y, en eso, ha de renunciar a la hipérbole, a la adoración irracional y a la obediencia estúpidamente ciega o inflexiva.

Hago hincapié en que toda injusticia que hay en la sociedad es sólo debido al mal valorar establecido o, en producto, a cualquier valoración que nunca ha cumplido fielmente con unos deberes éticos; por lo cual, muchos inocentes sufren y sufren lo que otros (que van de superbuenos) han creado o permitido. Así es.

También, con el maltrato que en la sociedad va imponiendo una mala valoración, sin duda se van desarrollando mentiras de todos los colores y maneras, ¡es obvio!, y ya después la información de quien sea y lo que se enseñe por doquier se llenará de metodologías de mentiras o realmente de salpicaduras de mentiras sin algún remedio.

 

José Repiso Moyano

 

 

 

 

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