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La necedad


En esta sociedad, libre y democrática, hasta el necio debe ser respetado, porque no sería completa, me refiero a la sociedad, si no contara con estos especiales sujetos que la integran. La necedad convive con la inteligencia, como la bondad con la maldad, como la belleza con la fealdad o la salud con la enfermedad… es más, entre cada dicotomía de estas existe una línea que las une, una línea que va desde la maldad absoluta en un extremo hasta la bondad suprema en el otro, o desde la necedad rotunda a la inteligencia suma; luego, cada cual se va ubicando en ese continuo, según sus características personales, desde el tonto hasta el lumbreras…

Sí, así son las cosas, así es la diversidad y así hemos de considerar a nuestra sociedad, compuesta por sujetos muy variados que la hacen compleja a la vez que rica en sus formas de expresión y manifestación. En todo caso ¿cómo valoraríamos la bondad si no tuviéramos en contraposición la maldad? La bipolaridad conforma la esencia de la vida, hace funcionar el cosmos en equilibrio, dos polos opuestos que estructuran a los propios electrones, positivo-negativo, yin-yang dos fuerzas opuestas pero complementarias que son esenciales en el universo… no es posible el uno sin el otro.

Pero volvamos al necio. La RAE lo identifica como adjetivo y lo define como: 1.- Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber; 2.- Falto de inteligencia o de razón; 3.- Terco y porfiado en lo que hace o dice y 4.- Propio de la persona necia; o sea, sin capacidad para emitir un juicio crítico o argumentación consistente y, por ende, temerario al emitirlo. Mas en el fondo todos somos necios en mayor o menor grado, o lo que es casi lo mismo, todos inteligentes en menor o mayor grado. Todo irá en función de los parámetros que utilicemos para la medición a la hora de ubicarnos en esa línea continua y en el campo que nos desenvolvamos.

El necio, por lo general, no profundiza en sus análisis de la realidad, no va más allá, como se suele decir, y acaba asumiendo postulados no propios que los interioriza en función de su proceso de educación y socialización, bien sean principios o dogmas religiosos, ideológicos o valores sociales, que no suele cuestionar, y que asume como irrefutables, sobre todo porque le otorga una gran credibilidad al pastor o líder y/o medio que le adiestra. Es más, cuando alguien le presenta la duda puede entenderla como una agresión. Eso es lógico para su estabilidad mental, pues su esencia, su SER, lo ha fraguado desde esa seguridad que ahora vienen a romper para dejarlo a la intemperie mental.

En todo caso, la duda es, tal vez, la semilla del saber, la búsqueda de la verdad a través del cuestionamiento sistemático de todo, pues entiende que somos nimiedad, leves en el saber y solo buscando respuestas llegaremos a la sabiduría. He ahí el trabajo o la función de pensar, de filosofar. El conocimiento es ilimitado, mientras más puertas abrimos más espacios desconocidos encontramos, y puertas hay hasta el infinito.

Por tanto cabe concluir que el necio, en tanto ser humano, merece nuestro respeto, lo que no lo merece es que pretenda inocularnos su necedad, colonizando nuestro pensamiento con sus convicciones dogmáticas enquistadas. Lamentablemente eso lo estamos viendo cada día en las redes sociales, donde argumentos huecos, frases o consignas ideológicas, intentan imponernos un pensamiento para dar solidez a la necedad que nos presentan, sin aceptar crítica ajena. Ese dogmatismo, tan propio de nuestra cultura “evangelizadora”, choca de frente con el cultivo del debate abierto y la disposición a empatizar y comprender al otro para alcanzar un mayor enriquecimiento de nuestro propio conocimiento, pues la verdad absoluta, es decir la nuestra, es irrebatible, por lo que el coloquio es escasamente productivo.

Hay algunas frases o axiomas que me parecen interesantes como complemento a este argumento que planteo, y que pueden abrirnos la mente para el bien pensar:

1.       Una mente para desarrollar todo su potencial debe ser abierta y sin prejuicios.

2.       “Todos somos ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. (Se le adjudica a Albert Einstein).

3.       “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”. Bertrand Russell

Tal vez estas tres frases puedan servir para iniciar ese proceso de pensamiento crítico como marco de referencia. La línea continua entre necedad e inteligencia es larga y ese tránsito de una a otra banda se ha de ejercer hacia la inteligencia mediante el aprendizaje del razonamiento, del cuestionamiento y la duda basada en las limitaciones que nos acompañan para alcanzar la verdad del conocimiento… El necio merece respeto, pero no crédito.

 

Antonio Porras Cabrera

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