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Relaciones de pareja y vacaciones. Como salir reforzados


Según las estadísticas, un tercio de los divorcios se realizan en septiembre. Las vacaciones de verano muchas veces son un antes y un después para muchas parejas. Es una época donde se pasa más tiempo juntos, se deja a un lado la rutina de los ritmos que marca el trabajo, las tareas diarias... Hay un tiempo que se llena ahora con otras actividades donde hay más oportunidades para los encuentros. El periodo vacacional puede servir o bien para unir más las relaciones amorosas, alimentar el deseo, darles un nuevo aire, con nuevas proyecciones de cara al futuro, o para plantear una separación, bien porque ya no se soportan, no consiguen ponerse de acuerdo en nada, por la monotonía... También puede ser que continúen en una situación de insatisfacción y de desolación que lleva sosteniéndose así durante mucho tiempo.

¡SOS! Es el momento de consultar. No hay que llegar a un punto crítico, entre la vida y la muerte de la relación, para acudir a una terapia de pareja. Si se utiliza como último cartucho, en un punto muy crítico, es un boca a boca, palabra a palabra, a contra reloj para conseguir renacer. Sabemos que el ser humano es capaz de grandes logros en momentos difíciles, pero no nos engañemos, mejor un plan de acción para no llegar a estos límites.

El amor es un trabajo, no un sentimiento. A una planta hay que regarla poco a poco y cada variedad necesita diferente forma de riego. En el ser humano es más complejo, porque estamos atravesados por el lenguaje, no es sólo cuestión de supervivencia. Por eso hay que conocer al otro y aprender a amar. No venimos con un libro de instrucciones y, normalmente, se toman los modelos familiares, lo que nos han transmitido, lo que hemos vivido o bien como ellos o buscando que “no pase lo mismo”, pero al final somos tragados por ese oráculo, porque hay una tendencia a la repetición y los modos de reaccionar son inconscientes, guían nuestra vida sin darnos cuenta y sin poder manejarlo, porque padecemos de ellos. Los primeros amores, los infantiles, dejan una huella indeleble en nosotros. Dice Einstein que es más difícil desintegrar un prejuicio que un átomo. En la terapia de pareja con una escucha psicoanalítica se resuelven procesos que tienen que ver con esas raíces inconscientes y con la actualidad. Consejos los sabemos todos, pero va a ser difícil llevarlos a cabo, a veces rigen las pasiones infantiles y modos de reaccionar inconscientes que necesitan ser tratados por un especialista en terapia de parejas con formación en Psicoanálisis.

No hay una receta general para todo el mundo, somos muy distintos. Hay puntos base como la comunicación, generar el deseo en la relación, el respeto, que son vox populi. Ideales que en la realidad luego vemos la dificultad para que se produzcan. De repente parece que todo estalla, o hay tendencias que llevan por otros derroteros.

Por eso no son las vacaciones las que llevan a separarse, hay que tener en cuenta que se ha hecho un trabajo previo para llegar a ese punto. La pareja ya viene arrastrando una crisis, problemas, y en el tiempo vacacional se ven agudizados porque hay otros elementos que, como las capas de una cebolla, tapaban esa otra realidad: el trabajo, los hijos, la incapacidad de afrontar, de poner en palabras, huyendo de algo eminente que ahora está en ebullición. que no se quería ver o que se posponía hasta que ya requiere de tomar cartas en el asunto.

La convivencia es la que hace que nos encontremos con el otro, que caigan nuestros ideales y que toleremos lo diferente, que pactemos, que trabajemos para la relacion o bien que nos quedemos en ideales que no sirven, en exigencias y en la intolerancia. No son los mismos resultados, hay obstáculos para amar verdaderamente . En las idas y venidas en muchas parejas se muestra el engaño del sentir, donde aparece de nuevo el subidón, la sensación de volverse a enamorar cuando vuelven, cayendo luego otra vez. Están enganchados a la sensación, pero hay que dar paso al amor. Y, para ello, mejor acudir a la terapia de pareja para aunar deseo y amor. Pasar del enamoramiento al amor.

Las vacaciones deberían de sentarnos bien, pero no nos engañemos, si estás mal ni unas vacaciones pueden ayudarte. Igual que si tienes una lesión en el cuerpo, el profesional sanitario en unas ocasiones te recomienda que no viajes o que lo hagas con una serie de precauciones, hay que tener mucho cuidado en las vacaciones en pareja, porque llevarse el foco del problema a un lugar desconocido, lejano, puede hacer que explosione todo lo que ya se hallaba enquistado y encontrarse desprotegidos con una situación cada vez más difícil de resolver. Va a depender del grado de la lesión, del grado de deterioro de la relación. Mejor acudir a una terapia de pareja, viajar con ciertas precauciones, con supervisión profesional. Hay viajes que acaban muy mal por no haber saneado la relación a tiempo.

A veces las parejas acuden para preparar sus vacaciones, saben que se van a a enfrentar a situaciones que ya se han repetido durante todo el año y que, en vacaciones, no van a ser menos. Un viaje no va a salvar la pareja, no es una terapia, ni te va a dar la felicidad .

¿Y si se toman las vacaciones por separado? Alejarte de los problemas te puede aliviar, pero luego vuelves y todo sigue igual. Acudir antes a terapia hará que la crisis se aplaque, que haya un cambio en la posición de cada uno. Siempre es eficaz. Si la comunicación es inexistente, conviene concretar unas vacaciones donde se pueda hablar. Buscar un tiempo de pareja si se tienen hijos, porque los hijos hacen de tapadera de muchos problemas que están de fondo. A veces se vuelca el cariño a los hijos en exceso porque la parte de la relación de pareja es inexistente, y eso va a traer consecuencias, excitabilidad e hiperactividad en los niños, celos, falta de regulación en las relaciones con los hijos.

A veces hay personas que dan cuenta en las vacaciones que no comparten nada con la persona. Comunicarse no es simplemente vamos a hablar de lo nuestro, es que en ese camino van conversando, no son sentencias, producir una complicidad, volver a conocer al otro, volver a hablar como cuando se conocieron. Hay veces que se da por hecho cómo es la otra persona por los años que llevan de convivencia, pero no es cierto, es una ilusión condenatoria. Si se dejan decir, hablar, puede haber muchas sorpresas agradables. Hablar no es reprochar ni demandar, no somos perfectos. Y no es cuestión de aguantar hasta que no puedo más. Hay quien calla hasta que explota, queriendo que el otro le hubiera adivinado antes su malestar. A veces cuesta asumir que se necesita ayuda, pero cada vez son más las parejas que reconocen que la terapia de pareja siempre es eficaz, tanto para tomar las decisiones más adecuadas como para conocerse, trabajar para la relación y producir el ejercicio del verbo amar.

 

Laura López psicóloga-psicoanalista

en formación con Grupo Cero

y terapeuta de parejas

www.lauralopezgarcia.com

 

 

 

 

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