Ayer me sentí apenado al leer en “el Faro…”, por la pluma de Javier, la triste noticia del fallecimiento de Antonio Gª Velasco, ilustre profesor, insigne escritor y compañero columnista.
No tuve el placer de gozar de su amistad; sólo tuvimos breves encuentros en los organizados por Javier. Pero sí gocé leyendo sus escritos y me ilustró su magisterio.
Fue su columna del 3-12-2007 titulada: “Salvador Rueda”, la que inspiró la primera mía. El enaltecimiento del gran poeta benaqueño, del que siempre fui devoto admirador, tocó mis fibras sensibles. El recuerdo de sus poesías, me infundió el valor suficiente para escribir en aquellos entonces: “Recordar a Salvador Rueda, el olvidado poeta de la Raza en el 150 aniversario de su nacimiento, lo ennoblece. Lo ennoblece porque manifiesta una fina sensibilidad precisamente, por intentar rescatar del olvido a un insigne poeta autodidacta que, para más abundamiento, era malagueño y paseó el nombre de Málaga por oriente y occidente”. Y añadía: “Gracias Antonio García Velasco por su recuerdo. Descanse en paz el poeta insigne y el pueblo malagueño no la tenga hasta que se decida a situarlo en la cima del parnaso. Que así sea”.
A lo largo de estos años lo he citado en varias ocasiones considerándolo un gran maestro del que, un lego de las letras, como yo, procedente del mundo de la técnica aprendía de sus escritos. Admiraba en él su concisión.
Años después hizo un perfil de los columnistas, en su “Columna dedicada”. De mí dijo: ““En Manuel Ángel Rodríguez destaco sus discernimientos, incluyendo la columna titulada así”, que le agradecí explícitamente por su alta consideración hacia mí.
Desde aquí le mando un sentido pésame a su familia, a los lectores de “el Faro…” y a Javier. Perder un amigo es algo muy doloroso. Nos queda su recuerdo y la finura sintética de sus escritos. Descanse en paz.
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