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La bestialidad impune


Lo que en realidad siempre ocurre en nuestra sociedad es que, toda acción o todo decir humano plenamente gratuito o irracional, ha gozado siempre de impunidad. En efecto, cualquier acción o decir humano fortaleciendo el machismo ha permanecido impune (y a veces hasta premiado); cualquier acción o decir humano garantizando la contaminación o el Cambio Climático ha permanecido (a través del tiempo) excusado o justificado o blanqueado con una u otra pillería; cualquier acción o decir humano garantizando la caza o un daño gratuito a los animales ha permanecido impune, bailando a sus anchas y hasta como referente moral incluso para los niños. Es duro, pero así es.

El tema es que, a pesar de que existen los jueces, ellos objetivamente (en inacción) ayudan a que eso pase, es decir, son instrumentos ellos mismos de tanta barbarie continua e imparable. Sí, los jueces, digamos, solo interpretan una película social en donde las leyes deben acomodarse a que todas las irracionalidades establecidas u oficialistas sigan. Es como un paripé, como una bestialidad en tecnicolor ante la cual todos los niños sonríen, se distraen y aprenden (se forman).

Y, detrás de tal escenario, está una rutinaria obediencia o un grave procedimiento masivo de seres humanos que “están conformes”, sí, y lo dan a entender siguiendo unas ”formas” de comportamiento estúpidamente dóciles y cómplices a tal ceguedad carente de ética y de luz. Eso solo es como un inmovilismo evolutivo y característico del fanatismo endémico preso también de la religión o del aislamiento o de la extrema desinformación.

Pero el problema inmenso es que, a partir de cierta base de ése fanatismo o de desinformación instalada en la sociedad, cualquier irracionalidad es irremediablemente música de fondo de todo lo que dicen los intelectuales en boga. Es decir, todos los intelectuales (e incluyéndose a escritores, jueces, políticos, artistas, etc), cuando hablen, lo hacen ya dóciles a ese predominio o a esa estética social adquirida.

Y tampoco es vano decir que, lo que es bestial contra la razón o contra algún equilibrio, ¡eso!, va a ser seguido y ayudado más que cualquier otra cosa, por usar casi todos los bienes públicos o recursos sociales para ello. Sí, es normal y es obvio.

En resumidas cuentas, por evidencia o por desgracia social siempre la bestialidad predominante o seguida por muchos (masiva) ha sido impune y ha sido déspota para imponer lo que le da la gana. Y además ha sido halagada-premiada, y besada por todos “los que van de buenos”, y por los jueces y por los gobernantes.

Así es, en cualquier red social hay una sobreprotección total a quien desarrolla mensajes brutalmente irracionales, demagógicos (de extrema ideología o de extrema religión), populistas, grandilocuentes y estúpidos; sí, que siempre serán barbarie para cualquier sentido racional o equilibrado de una sociedad que pretenda mejorarse.

 

José Repiso Moyano

 

 

 

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