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Los agricultores exigen un proyecto justo


Aunque no sea oro todo lo que reluce, desprestigiar o poner en tela de juicio las energías renovables —incluso contra el dogma que la izquierda quiere imponer en relación al cambio climático y, por tanto, aversión eterna al carbono— sería no solo ilógico sino absurdo. A la misma altura queda negar alternativas nucleares que puedan reducir los problemas que plantea ahora mismo la escasez energética para usos industriales y domésticos. Ante la imposibilidad de utilizar hoy satisfactoriamente la energía geotérmica, las dificultades sociales, orgánicas y técnicas de la fuerza hídrica (a todas luces insuficiente), queda el carbón, eólica, solar y nuclear. Ahí debiera centrarse el análisis serio, riguroso, sin apriorismos, negativas ni renuncias. Un Plan Energético Nacional consensuado por todas las fuerzas políticas asumiendo pros y contras paliaría, al menos, el debate y confrontación actuales.

Es evidente que la guerra de Ucrania u otra incidencia semejante carecen de base para someter a Europa a una crisis energética de calado. Indudablemente, las restricciones rusas, en su doble vertiente, repercuten en el statu quo europeo acostumbrado a tener cubiertas sus necesidades. Hoy, Alemania y otros países del centro temen un invierno con importantes escaseces. Por este motivo se ha acordado una normativa de ahorro energético donde España ha salido por los Cerros de Úbeda. Fiel a su estilo, Sánchez (uno, trino y plural), por boca de algún siervo ministro, sobreexcitado manifestó que nosotros no sufriríamos restricciones porque “habíamos hecho los deberes”. Días después —descorbatado, marcando un ritual atípico, insólito— impuso (suyo es el poder) a cojón descubierto las mayores contenciones de toda Europa. Y lo que vendrá.

El gobierno (sigiloso, incompetente, en franco —vaya por dios— escamoteo o huida hacia adelante) parece decantarse por las renovables como lo atestiguan las plantas solares en proyecto a favor de Endesa y otras compañías. Desde luego, España es el territorio que comparte, junto a otros países mediterráneos, la casi totalidad de sol europeo. Dicha coyuntura ha permitido ser un país puntero en turismo y empieza a liderar distintos procesos fotovoltaicos. Se considera que esta nueva energía, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, representa el diez por ciento de la producción total. Sin embargo, conforme se llena el espacio de “molinos y paneles” se abren diversos debates sobre conveniencia e idoneidad plenas. Como ocurre siempre, incluso expertos en esta materia mantienen posturas enfrentadas sin llegar a acuerdos satisfactorios.

Existe un estudio internacional del ICTA-UAB y la Universidad McGill de Canadá que recoge los movimientos sociales de resistencia asociados con los proyectos de energía verde y combustibles fósiles en todo el mundo. Esta investigación alerta de que los programas “verdes” pueden ser tan conflictivos social y ambientalmente como los relacionados con los combustibles fósiles. Dicho informe aboga por un enfoque integrado que rediseñe los sistemas energéticos a favor de la equidad social y sostenibilidad ambiental. El estudio dirigido por la doctora Leah Temper se basa en el Atlas de Justicia Ambiental que recoge más de trescientos conflictos ecológicos. Manifiesta asimismo que los cambios no son benignos de manera inherente. Lo importante de esta transición energética es describir quién controla y decide el sistema.

Percibidos — si bien de forma somera— los pros y contras que acarrea la alternativa energética, voy a comentar algo cercano. Auguro que las líneas siguientes lleven al lector a un limitado desinterés razonado, pese al contexto actual, porque desconoce la zona. Mi intención, no obstante, es sembrar algo de claridad y rigor para ver si surtiera efecto a nivel gubernamental que buena falta hace. Endesa está construyendo dos plantas solares en mi zona de nacimiento: Minglanilla I, correspondiente a Graja de Iniesta, y Minglanilla II en el propio término, pero con muchos propietarios de Villalpardo. Ambas tienen un plazo de ejecución ajustado a fin de año.

Siguiendo las recomendaciones de la doctora Temper, la empresa ha fundado CSV (Creación de Valor Compartido) haciendo partícipes de la misma a los integrantes de la Asociación de Alzheimer y otras perturbaciones para enfermos y familiares del Valle del Cabriel de Minglanilla. Según Ramón Valle, responsable de esta iniciativa, “a través del CSV incorporamos la variable social en el ADN de todos nuestros proyectos renovables. Para ello involucramos a la comunidad local en la construcción de nuestras plantas” Loables manifestaciones y desempeños que complementan, aun con valiosos réditos, el mix eléctrico sustantivo para un desarrollo sostenible de cualquier país. Si la producción satisface las necesidades anuales de treinta mil personas, como se calcula, no es descabellado cifrar entre diez y veinte por ciento la rentabilidad del capital invertido.

A priori, Endesa, Ayuntamiento y propietarios —a estos últimos les espera una vigilia tenaz de Hacienda— serán los mayores beneficiados, aunque la zona corrija algunas penurias laborales. El proyecto de central solar fotovoltaica abarca las parcelas de los polígonos veintiuno, veintidós, treinta y nueve y cuarenta del término de Minglanila. La superficie incluida es de casi cien hectáreas y el vallado tiene un perímetro de catorce mil trescientos veintiún metros. Es comprensible, aunque injusto e ilícito, que todo dominio público afectado por el proyecto se inserte en el vallado. Como compensación económica, entre otros haberes, el Ayuntamiento (o sea, los vecinos) debe recibir una cantidad en concepto de daños y perjuicios comunales. Otra cosa es el uso a que se destine.

El problema surge cuando hay que conciliar intereses distintos, incluso en ocasiones contrapuestos. Parece que el vallado prioriza la unidad de las parcelas sin tomar en consideración plena los dominios públicos; es decir, caminos ancestrales sujetos a derecho inalienable. La empresa ha realizado trazados nuevos, no necesariamente ventajosos para los agricultores que han rechazado ofrecer sus propiedades al proyecto. A la par, ha cerrado o inhabilitado otros que acortan el trayecto hacia los puntos de partida. Es notable uno, absorbido por la valla para integrar tres hectáreas en dos parcelas. Es el carril que une la Casa de Pata por el Pino Laureano para unirse con el camino de Minglanilla al Navazo que tiene su inicio en la carretera CM-3201. Su corte por el vallado, presuntamente ilegal, acarrea retrasos muy importantes. Corresponsables del abuso son “el silencio de los corderos” la alcaldía de Minglanilla y Endesa. Los agricultores, sin embargo, siguen esperando honradez y respeto a la Ley por parte de los dos últimos.

La zona en cuestión me es muy conocida, cercana y querida.

 

 

 

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