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La buena noticia. El aceite de las ánimas


      Tengo el honor de compartir amistad con una señora que dedica gran parte de su vida a distribuir el “oro líquido” que los fieles vienen suministrando para el mantenimiento de las diversas luminarias de forma permanente ante el altar de las Ánimas.

       Esta vieja tradición se sigue manteniendo desde hace muchos años, especialmente entre las personas muy mayores. Hombres y mujeres, de la ciudad o de la provincia, cada mañana se acercan a las rejas de esta capilla en la que se venera un cuadro de la Virgen y el Niño (pintado por Niño de Guevara en el siglo XVII), al pie de los cuales se arraciman penitentes entre los tormentos del purgatorio. Al mismo tiempo depositan botellas y garrafas de aceite mientras realizan sus peticiones avaladas por su aportación.

     Los fieles se acercan a la pintura buscando la solución de sus problemas o la salvación de sus difuntos. El caso es que aportan miles de litros de aceite cada año. La buena noticia de hoy se basa en que esas dádivas tienen un buen fin. Cada semana se reparten cientos de litros de aceite de oliva o de girasol a instituciones de caridad o conventos de monjas de clausura, amén de las Caritas de la parroquia que también lo distribuyen.

      Una especie de banco de alimentos ancestral que permite que la devoción y el compromiso con una imagen, se manifieste en forma de alimentos para los necesitados. Volvemos a estar en tiempos difíciles. Los más mayores recuerdan los tiempos en que la necesidad hacía que algún “visitante” mojara su mendrugo de pan en el aceite de las Ánimas. Todavía desaparece misteriosamente alguna botella de aceite de detrás de las rejas.

     Estimo que es muy de agradecer que en las circunstancias actuales, llenas de pragmatismo y descreimiento, aun persistan en sus oraciones y penitencias esas personas que no encuentran consuelo ni comprensión a su alrededor. Es lo mejor que pueden alcanzar, mientras, el resto de los mortales, sigámoslos ignorándolos y maltratándonos con nuestra indiferencia.

      Gracias Manoli por ser la diligente administradora del aceite de la Virgen.

 

 

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