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Escarda Infructuosa


Escardar, en su acepción primera, significa “arrancar y sacar cardos y otras hierbas nocivas de los sembrados”. La acepción dos dice “separar y apartar lo malo de lo bueno para que no se confundan”. Como vemos, ambas acepciones repelen lo nocivo y lo malo considerando su anulación objetivo preeminente, a priori, desde una visión vegetal. Si bien el medio físico, nuestro hábitat, es fundamental para la indagación antropológica, necesitamos dejar los contornos y centrarnos en el hombre como núcleo indiscutible de lo biológico. Por este motivo se suele anotar, ignoro si con buena o mala finalidad, matices que innovan significados originarios u oportunos. No constituye un hecho singular sino conducta social consuetudinaria, recalcitrante. Sin embargo, siempre nos guía el deseo de aplicarlo a los otros y concretamente a políticos con estilo despótico.

He dicho políticos sin ninguna concreción porque todos los partidos dicen necesario realizar catarsis imprescindibles para su funcionamiento y operatividad. Las razones reales distan de estas buenas intenciones. El cesarismo que impregna la vida política actual, lleva a los líderes a rodearse de afines (conforme solo a sus intereses personales) mientras apartan lo que pueda suponerles presunta deslealtad o ambición desmedida de última hora. Cierto que la experiencia muestra cargar tintas en las siglas siniestras, pero la derecha tampoco se libra de cruentas batallas internas. Extrañan los intentos realizados por mostrarse más demócratas que nadie cuando la Constitución manifiesta la preceptiva organización democrática de los partidos, entidades sustantivas en estos regímenes. Tácitamente se debiera exigir sentido de servicio a la colectividad que dicen representar.

Los tiempos actuales vienen pletóricos de “catarsis” ruinosas. La más sonada, también precursora, fue aquella que se deshizo de Sánchez para a poco alzarse poderoso, vengativo y arrogante. Fue continuador de las trincheras abiertas por Zapatero, fomentó la ignominia moral y renovó el desastre económico. Me produce zozobra atemperar los dislates permanentes que realiza este necio en su cesáreo proceder. No obstante, mis lectores saben cuántas veces he advertido su falacia, histrionismo, propaganda mitinera y afectación por la imagen, respecto a las formas. En relación al contenido, parece tener ansias de descuartizar el país creando taifas financiadas por todos e insolidarias, amén de llevarnos —vistos IPC, déficit, deuda pública y derroche improductivo— al abismo. Estamos inmersos en la farsa tragicómica de un gobierno inútil, ridículo e irrisorio.

Desconozco si a consecuencia del bochorno andaluz o a arbitraria emanación ególatra, este obseso ha desnortado la banda (que no partido) desnudando a fieles, que él ahora cree infieles, y vistiendo a fieles, que mañana le serán infieles. Adriana Lastra, Héctor Gómez y Felipe Sicilia, hasta ahora figuras clave en la camarilla, han sido sustituidos por María Jesús Montero, Patxi López y Pilar Alegría, respectivamente. Sus pretensiones son utilizar la túrmix para ver si batiendo iguales o parecidos ingredientes obtiene alguna pitanza prodigiosa que haga modificar los malos pronósticos electorales del año próximo. Desde mi punto de vista, todo esfuerzo que realice “contra” el entorno inmediato es inútil porque el problema se llama Pedro Sánchez. Eso, lo deduzco yo y los barones autonómicos que prefieren su ausencia en los mítines electorales porque ya “no vende”.

El PP tampoco se libra de esta fiebre lampedusiana “cambiar todo para que nada cambie”. Dudo si la purga de Casado fue consecuencia del enfrentamiento con Ayuso o si medió alguna eventualidad política para que así ocurriera. A simple vista fue un encontronazo entre viejos amigos, aunque aparecieran —a posteriori— evidencias que desmontaban (no sé si parcial o totalmente) hipótesis divulgadas. Lo he dicho en ocasiones anteriores; para mí el culpable fundamental fue García Egea. No olvido el error definitivo de Casado al acusar a Ayuso de connivencia y corrupción, en el caso de su hermano, a través de los medios. Fue la losa que cerró su tumba, probablemente con la complicidad de algún barón que esperaba sacar provecho. Esta conmoción permitió a Núñez Feijóo hacerse con las riendas del partido, temo que con futuro ineficaz pese a las expectativas despertadas.

Podemos ha vuelto a utilizar su máquina de picar carne. Estos mozalbetes no tienen solución. Mucho hablar de la gente, aunque esa “gente” advierta con claridad meridiana puñales chorreando sangre. Lo hizo Iglesias con Errejón y lo ha vuelto a consumar Belarra, al menos cuenta como ejecutora, con Enrique Santiago. A lo lejos se ve la sombra siniestra de una mano fácil de identificar. El secretario de Estado para la agenda 2030 fue cesado, igual que Amanda Meyer, por su cercanía con Yolanda Díaz y su partido “Sumar”. La izquierda, más o menos extrema, se acerca a la insignificancia no ya por asumir una ideología arcaica, totalitaria, calamitosa, (que también) sino a consecuencia de luchas cainitas para hacerse con el poder. Hoy, cuatro facciones al menos llevan enzarzadas en conseguir liderazgos personales que les lleve al erario público.

Los medios igualmente sufren la escarda gubernamental, rigurosa comparada con aquella que efectúa la audiencia. Centenares o miles de millones son el mejor herbicida, forma actual de eliminar yerbas —medios, periodistas y tertulianos— dañinas para el gobierno de turno. Algunos, incluso, pretenden sembrar su propia maleza para intervenir toda vegetación y acomodarla al plan proyectado. El comunismo totalitario constituye una ideología que deja un rastro de limpieza cuanto se refiere a la intervención del hábitat. Penoso es, asimismo, que realice tal selección perjudicial de manera tan sigilosa que los especímenes afectados omitan su inopia intelectual. Hay doctrinas en las que el intento de separar lo bueno de lo malo resulta casi infructuoso porque apenas queda en ellas algo bueno. Ahora mismo acontece con el “sanchismo” (que no PSOE) y la extrema izquierda.

Quien realiza mayores esfuerzos por limpiar, valga la expresión, los cuadros políticos al efecto de conseguir réditos ocultos es el sanchismo que ve peligrar usos y abusos del erario. Le acompañan en esa situación, potencialmente terrorífica, Podemos y ERC. Dicho trío teme, cada uno esclavo de tácticas torvas e inciertas, malograr bicocas e impunidades de las que disfrutan ahora sin límites, infundada y arbitrariamente. A Sánchez, si es que no ha conformado un futuro económico sólido (y es una presunción), le corresponderá conformarse —puesto que no es Felipe González, Aznar o Rajoy— con el sueldo de consejero de Estado, insuficiente para darse la novísima vida de potentado. El resto, apoyos recíprocos, vitales, deberán ir directamente al paro, en un alto porcentaje, visto el currículum laboral anterior al asalto.

 

 

 

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