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Del caño al coro


Nunca me he perdido ningún debate del Estado de la Nación. El Parlamento, con mayor gloria en tiempos pasados, estaba conformado por señores que a lo sumo defendían sus posiciones utilizando el florete dialéctico. Lógica y sentido común se enseñoreaban del verbo menos ducho en la Tribuna. Si se analizaba pormenorizadamente cada momento, el espectáculo era digno y los políticos cumplían con decoro el fin para el que fueron elegidos. Este año, no solo no lo voy a ver, sino que sé de antemano contenidos y mensajes. Cuando un Parlamento languidece en manos de aventureros sacamantecas, la Institución queda desacreditada y sus conclusiones posteriores interesan una higa. Cada presidente que ha pasado por el trance, lo ha hecho con apostura y solemnidad. Este tontaina tan arrogante como cretino actúa igual que un elefante en una cacharrería.

Conozco muy bien el paño y puedo afirmar que los debates del Estado de la Nación serán bizantinos, estériles. Gamarra, Arrimadas o Abascal, presentarán cuantos datos quieran; pueden ser incisivos o suaves, condescendientes o belicosos. En todos los casos, el ególatra contestará ubicado por los Cerros de Úbeda. Si preguntan por un tema A, o no habrá respuesta o se acercaría a responder con un compendio (rollo) Z, perfecto para su propaganda e imagen. Será un diálogo de besugos, donde habrá diputados correctos, o no tanto, y un inútil que, por arte de birlibirloque (no estrictamente democrático), se ha convertido en protagonista funesto. Algunos expresidentes, léase González y Aznar, se rasgan las vestiduras por ser conscientes del triste espectáculo que estamos ofreciendo al mundo entero. Ellos, sin embargo, no son ajenos al esperpento.

La mejor frase política, acreedora de coronar el frontispicio del Congreso y dejarla como ejemplo y guía ciudadanos, no fue dicha por un erudito de la Cámara —muchos en siglos pretéritos— sino por un agricultor palentino con motivo del terrible incendio de la Sierra de la Culebra cuando Sánchez, capeado el temporal, iba diciendo “esto hay que arreglarlo”. Tocado con gorra, de entre sesenta y setenta años, tuvo esa explosión de inteligencia natural que, desde mi punto de vista, debiera pasar a los anales de la Historia para cotejar degradación y lucidez. El hombrecillo le respondió a escasos centímetros: ¿Arreglar? ¿Tú? ¿Arreglar tú? Hoy, supongo, habrá hecho propuestas “pactadas” para contentar (lean engañar) a los de siempre. En el ruido mediático, a tope de decibelios, he podido interpretar subida de impuestos a eléctricas y banca (¿quiénes pagarán la factura al final?) y bonos gratis, a partir de septiembre, para los trenes de cercanías.

El antagonismo ricos y pobres ha tenido siempre un eco desmesurado, propio de cualquier país inculto donde, con relativa frecuencia, los ricos de última hora siguen anexionados a su status anterior. Es decir, no son pobres todos los que relucen. La razón de tal reflexión viene a cuento por el anuncio “meter en cintura a eléctricas y banca” para repartirlo a los pobres. Solo hay una realidad: aquellos impuestos que penalicen a eléctricas y banca serán sufragados por trabajadores y pensionistas; o sea, impuestos a ricos serán pagados por pobres. Sin herir a nadie, me pregunto ¿qué grado de incapacidad es necesario para no darse cuenta de que abogados, inspectores de hacienda, profesores de pega (en paro), licenciados, graduados, bachilleres, graduados en secundaria, iletrados e individuos en el  paro, viven como potentados, y lo que te rondaré morena porque seguirán toda la vida en puestos políticos, orgánicos o empresas públicas? Estos sí son ricos y muy pocas veces hablan de ellos ocultos bajo un velo de oscurantismo y silencio. ¿Roban? Presuntamente.

Este vende humos echa la culpa de la irreversible, salvo rescate, situación económica española al sursuncorda. Ahora resulta que la crisis proviene de la guerra de Ucrania cuando IPC, Deuda Pública, Déficit y probable deflación, estaban muy asentadas antes. Las consecuencias de una crisis, bélica en este caso, al escenario internacional suele apreciarse muchos meses después de haberse producido. Pero este tipo aprovecha cualquier coyuntura que le sea favorable tenga sentido o no. Este otoño-invierno, si los salva, tendrán cualquier respuesta en la escasez de suministro, cuando España será uno de los países menos afectados por los recortes propiciados por Rusia. Por cierto, el pacto hispano-portugués para topar el precio del gas y así bajar la luz, ha resultado un fiasco morrocotudo. No me extraña nada cuando la procedencia tiene tal lumbrera.

Subir impuestos y no subir los tipos de interés (esa parece, de momento, la política monetaria europea y española) nos lleva irremediablemente a mayor IPC y recesión, una dinámica explosiva que afectará a millones de compatriotas. Llevamos años de engaños en el tema económico, pero todo tiene un final, porque las migajas son suficientes para aquellos (un mínimo porcentaje) acostumbrados a subsistir con ellas. La gran mayoría quiere un trabajo que le permita vivir libre y dignamente. No me gusta el papel de adivino ni de aguafiestas, pero temo que más pronto que tarde salga a relucir toda la porquería oculta en años.

Cocina o maquillaje es el nuevo oficio mejor pagado en las áreas monclovitas. Hay algo fundamental en todos y cada uno de los que pasan figura por los medios: decir una cosa para hacer estrictamente lo contrario. Hay vocablos que deben ser repetidos hasta hacerlos verdaderos: trabajo, diálogo, esfuerzo, expansión, mejora e impulso, entre otros. Luego se dice, verbigracia, que con tal sigla no se puede dialogar porque impulsan el odio. Sin embargo, la Ley de Memoria Democrática (de por sí, ha recibido el apoyo de Bildu que no son ejemplo de concordia, precisamente) se ha realizado al objeto de romper probables puentes de negociación. Ladinos, son muy ladinos.

¡Cuánto bombo con la Ley de Vivienda! Las intenciones vienen calificadas por su propio articulado: “Favorecer el acceso a la vivienda a precios asequibles, protege de las situaciones de vulnerabilidad y combate la especulación inmobiliaria”. Perfecto en el plano hipotético, pero luego se transgreden, por sobreprotección, algunos derechos individuales de los dueños de la propiedad y, de ahí, viene el maremágnum. Al final, las buenas intenciones, cocinadas o maquilladas para la ocasión, devienen en fracaso estrepitoso. Ya, ni mencionar los alquileres ayudas incluidas.

Si entendemos por cómico a la persona que hace reír, Pinocho y Tezanos Tortajada, son dos cómicos reconocidos a nivel internacional, sobre todo el primero. El segundo parece asentar en terreno patrio “comidillas” intelectualmente bochornosas, contra todo sentido común. Menos mal que todavía quedan tontos sabios que aplauden por inercia y luego se retraen llenos de vergüenza. Los más, hacen cábalas y concluyen, no solo por los mencionados, que Dios o el Demonio los cría y ellos se juntan.

 

 

 

 

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