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La buena noticia. El milagro


      A lo largo del resto del año durante cada temporada se van sucediendo los distintos avatares con una incidencia parecida. Hace frío en invierno, calor en verano, tiempo “raro” en otoño, nos llueve en Semana Santa, etc.

       Pero cuando llega el mes de mayo la cosa cambia. La gente tira las prenda de invierno, salen a la luz las camisetas y los bañadores, el cielo brilla con un azul intenso y lleno de una luz especial y todos miramos de nuevo hacia el mar y las playas.

      Después de una larga temporada marcada por la pandemia, la crisis laboral y económica, broncas políticas y espionajes, recibos de luz desorbitados y hasta una guerra cercana, milagrosamente, casi por ensalmo, apenas asoma la calma en la mar y el sol permanece constante sobre nuestras cabezas, la gente se echa a la calle, los paseos marítimos y las playas cercanas se inundan de familias ávidas de disfrutar de la plata en forma de sardina espetada y del tinto con casera cosecha de hace un rato.

    La buena noticia de hoy la podemos presenciar apenas nos acerquemos a los lugares de esparcimiento, las ventas, merenderos y chiringuitos, los restaurantes buenos malos y regulares, las heladerías, los bares y cuantos lugares permitan reunirse para el “comercio” y el “bebercio”. Para poder comer en “el puente romano” de la torre de Benagalbón hay que llegar casi al amanecer.    

      Vivimos en una sociedad que aparente y realmente esta un tanto “tiesa”. Los sueldos son escasamente mileuristas, las familias difícilmente llegan a fin de mes. Pero ahí surge el milagro. No se como, ni de donde, pero las familias celebran en el mes de mayo la vuelta a la Vida. En forma de primeras comuniones, de bodas, de divorcios o de cumpleaños. La excusa es lo de menos. Pero durante los fines de semana todos los establecimientos donde se pueda comer o beber están hasta los topes.

     Ese es el milagro de nuestra Málaga. Esa es mi buena noticia de hoy. Vivimos en una tierra que disfruta el hoy como si no hubiera un mañana. Apenas tenemos fábricas, sufrimos el paro la crisis, moramos en el sur del sur de Europa. Pero somos la envidia del mundo entero. Vivimos en un paraíso donde se produce cada año el milagro de la primavera. Y de los espetos.  

 

 

 

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