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El Copo. Vox en Castilla y León


Corría el mes de febrero del año 1981, cuando unos guardias civiles al mando del teniente coronel Tejero irrumpieron en el Congreso de los Diputados con sus consabidas metralletas que, en un momento dado, 18h y 10m de la tarde, dispararon ráfagas a la bóveda de la democracia consiguiendo que sus señorías, un servidor entre ellas, nos lanzáramos al suelo buscando la vida abajo, a excepción de sus señorías Suárez y Carrillo, así como el teniente general Gutiérrez Mellado, digno trío de ser llamados héroes.

 Compartía un servidor bancada en el Grupo Mixto con el exministro andaluz Clavero Arévalo, el navarro Jesús Aizpún, el maño Hipólito Gómez y Blas Piñar, toledano, pero madrileño de hecho. Detrás de él se sentaba su guardaespaldas que, por cierto, no le importaba mostrar una sobaquera en la que descansaba una pistola del nueve largo; este señor, al igual que D. Blas, entraba y salía del hemiciclo cuando le venía en ganas con el beneplácito de los guardias civiles allí presentes, y se largaron a sus respectivas viviendas horas antes que el golpe fracasara.

 Esta especie de preámbulo viene a cuento para que ustedes comprendan perfectamente lo que es una auténtica derecha extrema a la que Landelino Lavilla, presidente que fue de aquellas Cortes, tenía cierto “respeto” y la que representa hoy Santiago Abascal, líder de Vox, a la que la presidenta Batet le quita la palabra cuando le viene en ganas, o sea, el PP es a Vox, lo que éste es a Fuerza Nueva, o sea, una “derechita cobarde”. 

 Don Blas no aceptaba las autonomías, mientras Vox comienza a gobernarlas: un gran ejemplo que nos puede servir para comprobar las diferencias entre la extrema derecha y una derecha que no traga del todo, pero lo permite, al actual sistema político español.

 El PSOE y la izquierda ultra, ya saben, los restos de Podemos, Baldovís y Errejón, los “rufianes” de Esquerra, el hombre de Teruel, los primos hermanos de Otegi, o sea, la panda de Bildu, Yolandiña y su partido comunista, todos ellos, más el hombre de Teruel, están dispuestos a crear una “nueva” España, con camisa o sin ella, confederal y republicana que termine por “ordenar” el actual sistema constitucional.

 Asoma por Castilla y León un nuevo gobierno formado por PP y Vox y parece más peligrosa la cosa que la invasión/guerra entre Rusia y Ucrania -lo digo por comentarios que escucho en la loca tele-, y todo ello porque tras la negativa del PSOE a formalizar un pacto con el PP, este último se ve obligado a hacerlo con los hombres y mujeres de Abascal. 

 Y cualquiera sabe, tal vez salga hasta bien. Vaya usted a saber. Esperemos unos seis meses.

 

 

 

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