Esto de los “cordones sanitarios” aplicado a la política no es muy democrático o, al menos, esa es mi sensación, aunque allá el personal con su sentido de la democracia.
La fuerte irrupción política de “Vox” en las elecciones de Castilla-León ha descuadrado el espectro político de la nación española, o al menos ese estado se desprende en vista de lo que van clamando unos y otras.
El personal anda diciendo que “Vox” es, más o menos, el demonio pinchaúvas que va a finiquitar a la democracia en España o, al menos, la va a poner “caldo”. Nadie quiere a la formación de Abascal a su vera, verita vera y, sin embargo, a la chita callando va subiendo su número de votantes.
Hasta Pedro Sánchez desea ayudar a los hombres y mujeres del PP de Pablo Casado en todo sitio y lugar, siempre que éste abomine de “Vox”. Y tengo la impresión que el pueblo sanote, no la cascada y pesada clase política, ve el fenómeno de lo que han dado en llamar “extrema de derecha” con más tranquilidad que los políticos profesionales.
Al estar “cabreado” el pueblo con la oficialidad política, y habiendo encontrado en “Vox” un filón para mantenerla encabronada le endosa, en cuanto puede, una miaja de virus en forma de votos ante lo que no existe, por ahora, vacuna; a no ser que dicha formación política sea declarada fuera de la ley.
En España, por ahora, se es demócrata creyendo en las autonomías y/o abominando de ellas; lo que pasa es que el gentío de “Vox” tiene algo de cachondo, pues no creyendo en ellas se presenta a las elecciones y obtiene más votos que los autonomistas de Podemos, o estos, los de Podemos, no son autonomistas, aunque sí republicanos activos y, por tanto, enemigos de la Monarquía.
Normas de uso