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El Copo. OTAN, Melilla y Rusia


Voté “No” a la entrada de España en la OTAN por la sencilla razón que no se vislumbraba que la poderosa organización asistiera en defensa de Melilla y Ceuta en el remoto caso de que estas ciudades españolas sufrieran cualquier clase de peligro en el futuro; y es que uno es de Melilla… y eso.

 Dicho lo anterior, quién me iba a decir que a los treinta y seis años de aquel referéndum lo mejor de la flota española: la fragata Blas de Lezo y el cazaminas Meteoro navegan, por orden del gobierno de España, nada más y nada menos que a las costas de Ucrania por si Rusia, lo que es la vida, osara introducir sus ejércitos hacia Kiev, capital ucraniana.

 Ya en otra ocasión, y por diferentes motivos, un nutrido grupo de miles de españoles, la llamada División Azul, marchó a luchar contra el comunismo a los gélidos páramos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y terminaron, una buena mayoría de ellos, como las “invencibles” tropas napoleónicas.

 Aquello de la URSS ha quedado obsoleto y las naciones que conformaban aquella temida “unión”, hoy son garantes de paz al tiempo que de una cierta incertidumbre en lo referente a la economía; todo es diferente, de tal forma lo es que la mismísima Ucrania, fronteriza con la Rusia de Putin, quiere formar parte de la OTAN, ya saben: “aquello del Atlántico Norte”. Lo pienso con una copa en la mano, y es que me parto de risa.

 Aquí lo único que sigue igual es mi querida Melilla, aquel lugar donde me eduqué, jugaba a las bolas y me enamoré de una niña que hoy es abuela. Y esa tierra sagrada, linaje del ducado de Medina Sidonia, sigue huérfana de la defensa de OTAN.

 Así somos.

 

 

 

 

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