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Los autoengaños indecentes para que la dignidad pierda


Ya todo el mundo sabe que Alicia Hornos no cede en no respetar la presunción de inocencia (o la dignidad) de Dolores Vázquez solo porque ella está guiada por “sus motivos personales”, por “sus vetos mentales” y por sus verdades cocinadas en la mismísima antirrazón.

En fin, eso es así; pero, lo que curiosa o escalofriantemente ocurre, es que demasiados españoles actúan o proceden en exactitud así, sí, con tal metodología, con tal estrellamiento contra un muro, con tal “preferir mejor no haber nacido por tal de no escucharlos”, con tal  “no hay nada que hacer”, sí, con tal pesadilla sin porqué y sin final.

Y Telecinco ha sido siempre el que en obsesión ha patentado y seguido ése “método de locos (o de pillos irresponsables)”. En cuestión, todos los que hablan en Telecinco (pues parece que “maldad llama a maldad” o aun “todos los tontos ellos mismos se buscan y se juntan allí”) son “lo que son”: ayudadores prestos de todo menos de la razón o de la ética, negacionistas de la pluralidad (que es ni más ni menos que la dignidad social) y cabezones sin puerto de llegada hasta llegar a lo que ellos imponen o quieren decir de… estupideces, de asuntos sin sentido, de chismes demasiados interesados, de espectacularidad cínica-morbosa (o por encima del bien y del mal) en donde ganan solo ellos, en sucia manipulación y sutileza de poder, o ganan lo que ya han previsto para sus bolsillos.

En el fondo, lo que quiero decir es que Alicia Hornos será como sea, ¡pero ellos en un igualito procedimiento son peores! Y así, al hilo de destruir totalmente al respeto, llevan a sus programas unos presuntos problemas en donde ellos solo se presentan como salvadores. ¡Qué asco! Eso es tan repugnante como otra tomadura de pelo que ha pasado en España: el que tantísimos franquistas se hayan ofrecido para resolver problemas de democracia.

Diré siempre que la locura social es lo contradictorio, y es lo que se ha sembrado de manos de Telecinco, de esos intelectuales con el oficio de ser indecentes y de muchos medios de manipulación. Pues nadie que no es ejemplar (en estar libre de complicidades con las manipulaciones o con las sinrazones) puede ir de mensajero digno en cualquier medio de información social, ni puede ir él de atribuirse alguna verdad o ejemplaridad.

Pero ocurre lo que ocurre, que hacen todos “lo que les sale de atrás o del trasero”, ¡sí!, ¡que les da igual!, que seguirán poniéndose de útiles, de buenos o de profesionales siendo (en resultado o en consecuencia) unos hijos de Satanás. Y así, en consecuencia y en desgracia, ocurrirán en España más y más injusticias (antiéticas) de una forma sutil, disfrazada o maquillada de “todo lo que desean o imponen los mismos”, en prioridad de mal.

Por eso, en claro, la condición de ser de Alicia Hornos es ya como una cansina similitud; no sé habría ya que decir (de tanta burla a una mínima moral o inteligencia): “Viva ella, la mala leche y el engaño en su flor”.

 

José Repiso Moyano

 

 

 

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