El magisterio es una propiedad, o virtud, que poseen pocas personas. Tal propiedad, o virtud, se extiende a muchas cosas. Se puede ser maestro de música, de obras, de escuela,… quien posee cualquier maestría ejerce el oficio con mayor conocimiento y perfección que otros. En sus decisiones, en sus formas de hacer las cosas ofrece a los demás, y sobre todo al aprendiz, la brújula que le marca la dirección a seguir.
Así ocurre con José García Pérez, nuestro insigne columnista quien, con sus copos, sabe extraer las esencias literarias que, magisterialmente, nos expone. Sin ir más lejos en el reciente publicado. Se recrea en “¡Soy del tamaño de lo que veo!”, del “Libro del desasosiego” de Bernardo Soares heterónimo de Pessoa. Al leerlo, se me enciende la memoria y pienso: algo semejante había dicho Protágoras hace 25 siglos: “El hombre es la medida de todas las cosas”.
Cuando se habla de “el hombre”, es obligado pensar en el ¡Ecce homo! De Pilatos (Jn 19, 5) Es el pasaje en el cual, después de preguntarle a Jesús: “Quid est veritas”, someterlo a la elección entre él y Barrabás y mandarlo azotar. A propósito de esto recuerdo una magnífica página de un jovencísimo Ortega y Gasset en la conferencia “La pedagogía social como programa político”(*) pronunciada en marzo de 1910 en la sociedad “el Sitio” de Bilbao cuya lectura, hace muchos años, me impresionó, y para quien quiera gozarla, más abajo transcribo el enlace que la contiene.
Volvamos a la cita de “el copo”. Mi curiosidad intelectual me lleva a buscar el contexto de la referida frase y el foco de sabiduría que es Internet, me lo brinda.
“Desde mi aldea veo cuanto del Universo se puede contemplar desde la tierra… Por eso es mi aldea tan grande como cualquier otra tierra, porque yo soy del tamaño de lo que veo, y no del tamaño de mi estatura…”
Gracias maestro por tu orientación hacia Pessoa. Por cierto ¿Cuál de los dos heterónimos usó en el “Libro del desasosiego”: Bernardo Soares o Alberto Caeiro?
Gracias de nuevo maestro por darme el argumento de esta columna.
Manuel Rodríguez
Agustín: ¡Cuánto tiempo! Me alegra saber de Vd. Gracias por su amable mensaje.
El maestro por excelencia es JGP. Su palmarés es envidiable. Es maestro nacional. Esto es: forjador de almas. Fue director de una graduada. Esto es: coordinador de al menos 12 forjadores de almas.
Fue de los pocos privilegiados de las elecciones del 77 que participó, en primera persona, en el período más apasionante de la Historia de España. Ahí es nada: Transformar, pacíficamente, un régimen autoritario en uno democrático. La labor ejercida por los “constituyentes”, la mayoría procedentes del franquismo en cuyos órganos de poder participaron, no tiene parangón histórico.
Los que intentan borrar ese periodo histórico cometen un crimen de lesa historia.
Finalmente, sus escritos, cuyos copos engrandecen y ennoblecen el medio que los edita. El Señor nos lo conserve, lúcido, el mayor tiempo posible para nuestro recreo y aprendizaje.
Gracias de nuevo por sus alentadores palabras. El afecto es recíproco.
Agustin
Gracias a los dos. Los "aprendices" disfrutamos de que hagáis pedagogía de la buena,de la constructiva,de la efectiva.Y gracias a D.Manuel por la cita de Ortega,una delicia de lectura aunque a los aprendices nos cueste algo más de digerir.
Con afecto
Manuel Rodríguez
Qué más quisiera yo que tener una parte pequeñísima de tu maestría que pálidamente he intentado reflejar.
Además tuviste el inmenso honor de ser uno de los pocos españoles que representaban al resto de generar una ilusión creciente por la forma que diseñasteis la transición que condujo, sin traumas, un estado autoritario a un régimen de libertades completas. En una verdadera democracia.
Aunque en ese tiempo siempre hubo quien le puso palos a las ruedas, es ahora cuando unos descerebrados, con resentimiento espúrio, intentan borrar el magnífico legado que para la posteridad, dejasteis.
Gloria a los héroes de la Transición.
Un fuerte abrazo
José García Pérez
Querido amigo:
Gracias por tus palabras hacia este Maestro Nacional que no te llega a las suelas de tus zapatos.
Bernardo Soares es el heterónimo empleado, en esta ocasión, por Fernando Pessoa, el gran bebedor de absenta.
Un abrazo, Maestro.