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Homenaje al arte flamenco…


Sin embargo no a todo el mundo le gusta o entiende el flamenco. Yo, por ejemplo, aun siendo socio de una peña flamenca, la de “Juan Casillas” de Cuevas de San Marcos, no soy un entendido en la materia; es más, soy un verdadero inexperto, incluso a la hora de identificar los palos del cante. Pero además, cada palo tiene, no solo su ritmo, cadencia, toque a la guitarra e historia, sino la expresión de un estado de ánimo, de un sentimiento personal y social… Hay quien dice que se pueden dividir en dos grandes grupos:

1.- Cante flamenco Jondo u hondo, donde se expresan, con un estilo serio, sentimientos profundos y, a veces, trágicos, con temas sobre el amor, el desengaño, la pena o la injusticia. A modo de ejemplo podríamos incluir en este apartado: Farruca, Martinete, Minera, Petenera, Soleá y Tiento. Es un cante más selectivo, de entendidos, más profundo en su forma y en su fondo, y puede que más en consonancia con la parte del sufrimiento y el dolor, de la injusticia vivida por el pueblo andaluz y su vida del campo, de la mina, …del “quejío” y la pasión de intensa experiencia vital. Es lo más profunda alma del pueblo la que canta. Sus letras suelen ser más impactantes, reivindicativas, pasionales e intensas en sentimiento.

2.- El flamenco Festero es una expresión más alegre, pues se interpreta en las fiestas y celebraciones. Los temas tratados son alegres, más desenfadados, sobre sentimientos de amor o evocación de lugares, fiestas y reuniones donde se comparte alegría, ocio y festejo, no exentos, a veces, del gracejo y genialidad andaluza. Aquí podemos incluir: las Sevillanas, la Rumba, los Tanguillos, las Bulerías, las Alegrías…

El amor al flamenco, o su atracción, no sé cómo se siembra, pero sí sé cómo fue despertando en mí el interés que me provoca. De pequeño, lo escuchaba cantar en los bares, casi siempre cuando el cantaor espontáneo ya andaba “entonao”, “alpistelao” de fino, con las barreras de la vergüenza bajadas y sin miedo a hacer el ridículo. Eso me causó cierto rechazo hacia el cante, por sentir vergüenza ajena en algunas ocasiones, dada mi timidez. Luego, de mayor, cuando fui analizando y comprendiendo al pueblo andaluz, a mi pueblo, las cosas cambiaron. Lo hicieron en varias vertientes; una fue en la comprensión del sufrir del jornalero, para el que una copa en el bar era una liberación del campo y, el cante, una forma de alegrar la vida o de expresar sentimientos al amparo de sus letras; otra fue en la expresión artística, en la dificultad de su ejecución, sus tonos y melodías, su cadencia y ritmo… sin olvidarse, cuando se podía escuchar, el toque de guitarra que acompañaba al palo; el toque es el cante en la guitarra, porque la guitarra también canta sin palabras, lo hace con el arte de sus notas, que surge de los dedos del otro artista, del guitarrista que, como un centauro, se fusiona con ella hasta formar una unidad musical que acompaña al cante. ¿Y el baile?, me dirás: El baile es otra cosa, es la expresión plástica de la belleza apasionada del sentir, de la rabia del taconeo, de la seductora danza, el contorneo, el vuelo de la provocadora falda, del tentador requiebro de cintura, de esa magia hipnótica que transmite su hechizo con los movimientos acompasados de los brazos, de las muñecas y manos hasta llegar a los dedos y embrujarte; pero también baila la faz, expresión de la cara, la mirada y los gestos que acompañan y potencia la pasión o el sentimiento que se pretende expresar. La suavidad o contundencia rítmica, que se plasma en el baile, es una forma de atraparte en ese sentir que el arte expresa.

Pero hay otra vertiente, tal vez la más importante, que despertó en mí el interés, se trata de las letras de sus cantes, que reflejan una poesía popular capaz de hacer aflorar los sentimientos humanos más sublimes: de amor y rechazo, de posicionamiento ante un hecho, de grito de rebeldía que reclama la justicia para un pueblo, de alegría, de pena, de esperanza o desconsuelo, de risa y de llanto, de exaltación enamorada o de desprecio… variadas letras como variados son los sentimientos que la vida nos genera.

Hoy, como poeta, o aprendiz, por no adjudicarme tan inmerecido título, me identifico cada vez más con esas letras, con esas expresiones del sentir del pueblo andaluz; sencillas y melodiosa composiciones líricas, de corte popular, que constituyen la llave de acceso al alma que lo identifica, que conforma su esencia, su substancia intrínseca y medular.

Cuando me paro a pensar en estas cosas, en la dificultad que tienen algunas personas para comprender y entender este arte, solo me viene a la mente un suspiro y un “quejío”, lamentando que no tengan esa capacidad para percibir y disfrutar de este complejo sistema expresivo de la sensibilidad de un pueblo con el que es fácil identificarse a través de su historia.

Hace ya 11 años que el flamenco fue incluido por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad, creo que este texto puede ser mi pequeño homenaje, desde mi iletrado o limitado conocimiento del mismo. Ahora, tras escuchar variados palos de fondo, suena Calixto Sánchez, que le dice a su madre dónde están sus esperanzas, desde el respeto, para resolver las penurias económicas de un Benaoján serrano donde el estraperlo con Gibraltar era un arriesgado negocio de subsistencia:

Madre, venda usted la mula,

compraremos una jaca,

que yo tengo quien me fíe

en Gibraltar una carga.

 

Mis hermanas vestirían

de seda, como las damas;

usted, mantón de Manila

que los flecos le arrastraran…

 

Al sonar el cañonazo

estaría listo en la playa

con mis dos perros regalgos,

con mis cuerdas y mi enjalma.

 

Antes que apuntara el día,

subiendo Cuesta las Cabras,

y en cuatro jornadas justas,

entre Morón y Paradas,

que son tierras de campiña

en donde corre la plata.

 

Y con cuatro días de venta

y otros cuatro de jornada,

y en Benaoján de vuelta

y en el cinto veinte varas.

 

(Poema de Fernando Villalón)

 

Antonio Porras Cabrera

http://antoniopc.blogspot.com/

 

 

 

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