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Toda regla que das es una imposición si no es racional


Imponer es solo proteger un argumento que va en contra de la razón o de la realidad; sí, por eso el imponer trae consigo el violentar o coaccionar la libertad y la dignidad de los demás y siempre, en un sitio o en otro, se hace desde una sobreprotección o desde una mejor situación social o desde una superioridad por usarse o por escudarse alguien con un poder cualquiera.

Por seguro, se necesita poco entendimiento para tener en claro que únicamente otro u otros te pueden imponer algo (contra tus propias decisiones) desde un poder social superior al que tú mismo tienes; ¡claro!, puesto que te ves obligado a “aceptar” o a aguantar algo por la mismísima fuerza (a contrarrazón), ya sea por mera supervivencia o ya sea por un digno bienestar cuando precisamente, esa imposición, se te utiliza a modo de acoso presionando tus propias libertades en restricción de la racionalidad (del bien).

Luego, solo o nada más puede imponer lo predominante (las costumbres, las leyes, las modas, las estéticas, etc.) y quienes poseen recursos (por arrimarse a lo predominante) de presión (económicos, mediáticos, políticos, religiosos, corporativos, patrióticos, etc.) que otro, que no los posee, no los puede eludir o que no los puede vencer ni con los valores éticos ni con la capacidad del convencimiento libre o con la sensatez en suma.

No más engaños, no más manipulación, quienes están alineados (en protección y en beneficios) en uno de esos poderes de presión (no ejercidos solo por el convencimiento racional), siempre sí imponen con la superioridad táctica que le da tal poder; pero no quien está fuera de eso, fuera de ese ventajismo, en un uso prioritario y exclusivo de solo racionalidad (no impone jamás quien lleva la razón).

En verdad, ¡siempre!, toda regla que das la sociedad (y no es racional) es una imposición.

Sí, ya dije en otra ocasión que hasta mis detractores (esos) son tan miserables éticamente que, para insultarme, son sin ética estúpidos y apestan a cobardía.

Uno, un violento internauta, con los tornillos flojillos de eso que llaman cerebro, me dijo que yo le imponía mis demostraciones; ¿eh?, sí, éstas se difunden en Internet (que para eso es de todos) sin alguna alineación de poder por mi parte, sin apenas recursos por mi parte, sin marketing ni mecenazgos, sin privilegios grupales, sin padrinos ni apoyos de influencias por mi parte, sin “peloteos” por mi parte y (algo tan importante) sin alguna cerrazón o intolerancia por mi parte para aceptar (ya directo al grano) “lo que se demuestra” usando unas mismas reglas de juego que las que han de usar todos los seres humanos para tener razón (sin que se puedan amañar nunca).

Por supuesto, sí, se difunden con afán sano de que se difundan, y ante la absoluta libertad en cualquiera para decidir conocerlas, sin posibilidad de coacción alguna.

Además, la publicidad del imprescindible conocimiento (no lucrativo) ha existido durante toda la historia, y es nada más que dignamente necesario. Hasta Jesucristo dio la máxima misión a sus discípulos de que “difundieran su obra”.

Aunque, ¡claro!, a algunos, a los que imponen sin escrúpulos (desde el poder de una alineación acosadora de prejuicio o sinrazón), ya intolerantemente les molestan otros que les exigen que respondan a sus errores; por lo que, de inmediato, a jauría mental, a gran perversión, atacan a lo personal o a lo irrelevante para la razón o no se resisten en usar todos los juegos sucios.

Cada uno sólo es lo que es capaz de demostrar (a razón) en hechos y en coherencia racional; y lo demás son trucos para destruir.

José Repiso Moyano

 

 

 

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