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Figuras y figurones. Desfachatez


El DRAE —de forma rigurosa, mordiente— enseña que desfachatez significa descaro, desvergüenza. Iniciada la Transición, el vocablo ofreció toda su inmundicia corregida y aumentada a lo largo de múltiples años. Son tantos los rastros adscritos al bipartidismo que sería correoso, difícil, acotarlos en breve espacio. Advertiremos únicamente la impudicia reciente porque esta, como las viandas frías, pierden aroma, sabor y suelen tener digestiones molestas. Perfilar sobre qué asuntos se ajusta mejor el epígrafe resulta tarea espinosa, pues hay exceso de ellos tanto a nivel individual como colectivo o partidario. Aunque reseñar que algo pueda causar sorpresa en los últimos tiempos resulte extraordinario, la cantidad y calidad de dichos o hechos extravagantes (insolencias, en suma), avala el impulso actual de la misma.

Opino que, en justicia, corresponde a los partidos desfilar primeros por la degradación a que han llevado el sistema democrático. Primero los populares porque su convención se realizó antes que ninguna otra. Gastaron toda una semana en cerrar o entornar puertas con inexistentes huellas de Ayuso, pero orladas de aldabas gallegas o andaluzas. Las cuitas partidarias, siempre henchidas, parecen escarnecer al ciudadano justificando implacables imágenes mentales cuando la realidad objetiva anota únicamente conveniencias del partido, de sus líderes. Estas convocatorias —estruendosas, caras—solo sirven de alimento a diarios y medios audiovisuales, pues carecen de connotaciones exteriores, incluso electorales. Su lectura, exclusivamente interna, debe asentar liderazgos sólidos no siempre logrados debido a antagonismos nacientes.

El PP, desde mi punto de vista, lleva sobre sus hombros cuatro errores gravísimos, sobre todo los tres últimos: guillotinar a Cayetana Álvarez de Toledo, realizar un discurso ofensivo, estúpido, en la moción de censura presentada por Vox, enfrentarse a Ayuso y pactar la renovación de ciertas Instituciones Estatales. Deduzco que todas se deben al “estratega” Teodoro García Egea, tal vez submarino (más o menos consciente) del PSOE. Temo que Casado —probablemente buena persona, pero falto de magnificencia— tenga un pésimo equipo. El famoso discurso infamante contra Santiago Abascal, e impropio del talante de Casado, corroboró el poder de Egea mientras han emergido vacilaciones sociales entre un PP nebuloso, melifluo, y Vox que gallardamente, en principio, coloca los puntos a todas las íes que vienen apareciendo por el horizonte nacional.

Ayuso (personaje político muy atractivo, dentro y fuera del país) no significaba ningún peligro para Casado, pero era terrible adversaria de Sánchez. Sin embargo, el enfrentamiento gestado entre Génova y Puerta del Sol, o sea, el resquemor desafiante lleva a TGE (Teodoro García Egea) a imponerse, sumergido en un errado e insostenible prurito, a MAR (Miguel Ángel Rodríguez). Ahora, pese a aparente concordia, abierto el melón, quedan páginas en blanco para escribir un futuro confuso y palpitante. Deduzco por diversos signos que, a priori, si hubiera habido deslealtades habrían llegado de Galicia o Andalucía. Los proyectos falsarios del gobierno traerán graves consecuencias sociales y Casado, al igual que Rajoy con Zapatero, tendrá La Moncloa como premio gris e inmerecido. Son las veleidades inesperadas que hostigan este mundo caótico.

Los acuerdos PP-PSOE para renovar el Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas y Defensor del Pueblo, sin contar con ninguna otra sigla, ponen de manifiesto primero la inocente poquedad del PP y después el exclusivo apetito del bipartidismo incontinente, voraz. Quienes apoyan a Sánchez lo tienen asumido porque el peaje que exigen esconde connotaciones gravosas para España como nación, además de constituir la única posibilidad de procurarse increíbles privilegios. Sin embargo, este gesto débil e incluso poco o nada democrático, claro que ofende a Vox, a sus votantes y, casi seguro, a los propios votantes del PP. Ignoro si la presunta indignación social levantada en las filas conservadoras y liberales, robustecerá a Vox o irá a la abstención. Sea como fuere, Casado ha puesto enormes piedras en el camino que le llevaba irremediablemente a la presidencia. 

El cuadragésimo congreso del PSOE en Valencia —gran escaparate, aunque desierto, a mayor gloria del líder— ha exhibido total sumisión al inepto presidente reduciendo la sigla a un grupo de amiguetes que ocupan la Ejecutiva. Esta situación anómala, propia de siglos atrás, condenará al partido a penar en la oposición durante varias legislaturas, salvo incidencia natural o provocada. De pretenciosa resonancia, su contenido postizo, pícaro, trapisondista, viene acompañado de promesas que se hicieron en el congreso anterior, lógicamente incumplidas antaño, y con arranque parecido hogaño. Su añadidura, aprobación de la Ejecutiva flamante con el noventa y cinco por ciento de asentimiento, indica qué espíritu crítico llenaba Feria Valencia, espacio donde tuvo lugar. Algún iluso cerebro parió el eslogan de “congreso de luz y unidad”. Chirrió hasta Felipe González.

“Somos el partido que nunca falla a España”, dijo Sánchez en un espectacular momento de arrebato —el fraude es constante, tenaz— mientras permite al “asimétrico” gobierno catalán (ese que desea desterrar el español de sus aulas) ampliar a treinta centros más las clases de árabe. Eso sí, sigilosamente para que no lo descubra la sociedad “simétrica”, de segunda. Conjugar comunistas totalitarios, independentistas nazis (unos, de izquierdas; otros, de derecha burguesa) y aberzales, tiene sus riesgos. Aprobar los PGE le supone tragar sapos y culebras porque si se baja los pantalones con ciertas Comunidades aparece desnudo en las demás. A mayor castigo, bajan aguas turbulentas movidas por el Ibex, Europa y Unidas Podemos, junto al enredo de Alberto Rodríguez (el rastas) que ha arrastrado a la señora Batet. ¿Qué decir de Yolanda Díaz contra Nadia Calviño? Queda una incógnita en el embrollo: saber por dónde va a reventar.

Termino con un rosario de desfachateces. Presidente de Asturias: “El revulsivo que necesita el PSOE es Pedro Sánchez”. Montserrat Bassa de ERC llama asesinos a la policía nacional. Zapatero alaba en Valencia la “decencia del PSOE”. Baltasar Garzón sobre la resolución del Tribunal Supremo favorable a la fiscal general: “Hoy la justicia ha estado presente al rechazar la pretensión de usarla políticamente” cuya lectura es: “el gobierno no ha usado la justicia políticamente”. Desconozco cuánto durará esa consideración sobre la justicia española, aunque parece haber versiones suyas opuestas. Iglesias, califica de “involución democrática” la pérdida del escaño de Alberto Rodríguez. Hablar de democracia un comunista, además de desfachatez, es un sarcasmo. Este recorrido tópico, en retales, por desfachateces desmesuradas, incomparables, me recuerda una frase certera: “El circo sigue mientras haya quien aplauda a los payasos”.

 

 

 

 

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