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El Copo. Ángel Gabilondo, Defensor del Pueblo


Entre las grandes cuestiones pendientes por resolver que tenían PSOE y PP se encontraba la búsqueda de una figura que aunara esfuerzos, que tuviese pocos enemigos y que no salpicara fobias entre los partidos de Pedro y Pablo.

 Ignoro si se lo jugaron a los “chinos” o ha llegado por asentamiento de la “paloma santa”, el espíritu, en las chorlas de nuestros mandamases; pero la verdad es que ha sido muy bien acogida la venida de don Ángel Gabilondo a la presidencia de la institución encargada de velar porque nuestros derechos no sean vilipendiados por la casta política, a la cual, aunque parezca que no, ha pertenecido y sigue perteneciendo nuestros santo y buen defensor.

 Ya fue ministro de Educación con el inolvidable Rodríguez Zapatero y, en dos ocasiones, candidato a presidir la Comunidad de Madrid frente a la polvorilla de Isabel Díaz Ayuso que, con un par de frases y un bocata de calamares, fue profundamente noqueado.

 Alertadas las autoridades, y, tras un fugaz paso por un centro de atención primaria, se le ha buscado este apaño político al que, lógicamente, no se ha negado, el que perteneció a la Congregación de los Corazonistas hasta 1979 y que le hizo convalidar sus estudios de Metafísica y Teodicea por otros más normales y de mayor interés público.

 Así que España, por la módica cantidad de 128.000 euros anuales y el fichaje de un santo educado, ha resuelto uno de los problemas que tenía encallado desde hacía tiempo. Todo atado y bien atado, y para que nadie se enfade, ha sido nombrada Adjunta a Gabilondo -el empollón en Teodicea- Teresa Jiménez Becerril, familiar del concejal sevillano asesinado por el matón de ETA que bajó al Sur para sembrar el terror y el odio.

 Así que la cosa marcha, aunque falten algunos flecos.

 

 

 

 

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