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Requiescat in pace


Advierto, en una encuesta reciente, que la asignación de votos sería: Ciento treinta y tres PP; noventa y nueve PSOE; cincuenta Vox; diecinueve Unidas Podemos; catorce ERC y otros en cantidades inferiores. En definitiva, PP y Vox conseguirían una abultada mayoría absoluta contra las indicaciones del CIS. Los perdedores, sean cuales fueren, enseñan la carta marcada de que las encuestas son fotos fijas. Cierto, pero sus prospecciones indican dinámicas que conformarán a futuro una realidad incuestionable. Es más, día a día son favorables al centro derecha pese a los esfuerzos de Sánchez y Unidas Podemos por detener esta sangría letal. Del lado opuesto, PP y Vox —enzarzados en pruritos triviales— esgrimen un desafío incierto para salvaguardar, no ya acuerdos de gobierno sino el optimismo que vislumbra el español ante un futuro próximo.

De igual manera, otra encuesta sobre intención de voto en Andalucía pronostica mayoría absoluta de PP y Vox, donde ambos ganan diputados respecto a las anteriores elecciones de dos mil dieciocho. PSOE, Unidas Podemos (Adelante Andalucía, disgregada) y C,s pierden gran porcentaje de electores. El primer barón —en este caso baronesa—purgado por el todopoderoso Sánchez fue la andaluza Susana Díaz porque, en teoría, interesaba poner a alguien “limpio”, nuevo. El elegido (y no es broma), Juan Espadas, ha pasado su vida laboral en diferentes funciones del ayuntamiento sevillano y la Junta, agregado a todos los presidentes, con y sin EREs de por medio. Según parece, propaganda y maniobras (no orquestales) en la oscuridad han tenido poco éxito. Aunque el señor Moreno, desde mi punto de vista, sea un político gris, tendrá a su disposición el Palacio de San Telmo con ayuda de unos y desvertebración antiestética del resto.

Sánchez —tal vez excesivo, radiante, incrédulo— cree coyunturales los indicadores que vienen pronosticando todas las encuestas, a excepción de aquellas que cocina Tezanos. A un estadista como él ningún pueblo logra darle la espalda. Solo puede ser culpable un gobierno inútil, curiosamente gestado bajo su paternidad; eso sí, putativa. Para atenuar tan injusta respuesta de una sociedad ciega, innoble, cicatera, suscribe su tesis y cambia parte del gobierno, centrándose en sus marionetas de mayor confianza. Deja fijos, ¿cómo no?, a los ministros de Unidas Podemos, parte especialmente infecta del ejecutivo. No le sirve de nada, como sabemos, porque desconoce el consejo de Carl Gustav Jung: “El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la patología, y tendría que tumbarse en la camilla y dejarse curar”.

Traición en su terminología vulgar, humilde y antipatriótica, consiste en quebrantar la fidelidad o lealtad al amigo. Conocíamos desde el primer momento que Sánchez, aun disfrazado, era un perjuro a España y a los españoles. Desde hace un mes sabemos que también traiciona sin límite emocional; un individuo que perfila en la ignominia su centro operativo original, su ídolo inmanente. No cabe duda de que si ambos, él y ejecutivo, echaran pajillas (una forma popular nada fiable de valorar virtudes o vicios de personas enyugadas) por parejas para conocer qué grado de inutilidad adorna a cada uno, todos sacarían la misma. Depurar a Calvo, Ábalos y Redondo, me parece un acto cuya moral es difícil incrustar en cualquier proceso humano ordinario; menos, si cabe, cuando el único culpable quiere salir indemne. Desde luego, ellos tampoco eran trigo limpio, pero ….

Sánchez demuestra que sus amigos, o enemigos cordiales, son quienes lo sustentan en La Moncloa y primeros que abandonarán la nave cuando empiece a hundirse, dejándolo solo. Temo que sea primero el PNV. Rosa Regás sostiene: “Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo la propia soledad”. Esta sentencia vale para toda clase de muerte —aumentando su impacto cuando se pierde el BOE— salvo que el muerto (político en este caso) no conciba tal situación. Sus presupuestos psicopáticos le impiden ver la realidad y vive poseído permanentemente por quimeras. Subyugado, tuerce un poder que no tiene y revive, sin despegarse del absurdo, cuando UP y ERC le exigen quebrantar las esencias nacionales y solidarias. Ignoro si su proceder se debe a huida consciente, defensiva, o se conduce como si todavía tuviera plena convicción de conectar con el estrago pandémico y económico, pero ocultando una estrategia singular, milagrosa.

Abandonar físicamente el país —desde su ministerio presidencial hace tiempo que lo hizo— abona la idea de que Sánchez es un fantasma corporeizado solo cuando se trata de asentarse y disfrutar del poder. Otras situaciones lo convierten en quantum, onda o partícula; un escenario que potencia adoptando formas de propaganda hueca, insustancial, escaparate desierto o imagen fatua. Carece, además, de conciencia o la tiene muy laxa para actuar (una vez rehecho materia heterogénea) con un ritual extraño, superficial, postizo. Sin conejos, la chistera es una herramienta molesta, impertinente, delatora. Comprendo su agonía porque ve cercano e irremediable un despertar duro. Sin embargo, no debe quejarse porque ni en sus más inconcebibles ensoñaciones se vio presidente de España, arrebatando al futuro hipotéticamente un sin nadie, un pobre de decoración.

Hablaba, no ha mucho, del país de las medallas, ese país que solo existe en su mente onírica, calenturienta, febril. Aun ocultando lo que resulta repulsivo o exhibiendo en sus numerosas terminales mediáticas la falsedad hecha logro exiguo, consigue impedir que el pueblo relegue su mediocridad personal y descrédito operativo. Ya no valen panegíricos internacionales pagados —presuntamente— de forma generosa para ofrecer, a la postre como prensa turbulenta, avara, un ser y un armazón nacional amorfos, esperpénticos. Parodiando a Sartre, Sánchez nos ha sorprendido con su trance: La Pandemia, la Economía y la Nada. No existe precedente de ningún jerarca que, ante una porfía sanitaria definitiva, diluya su responsabilidad personal con argumentos triviales. Respecto al aprieto económico se ha optado por: ni sí ni no, sino todo lo contrario; especie de transversalidad chirigotera.

Walter Scott mantenía: “la muerte no es el último sueño, sino el último despertar”. Sánchez se encuentra en el postrer letargo y espera, de forma inconsciente, que le despierten. El reloj de las encuestas provoca su duermevela, una pesadilla turbadora, pertinaz, el sueño que mantiene los ánimos en vilo. Con este escenario, Unidas Podemos aguantará, porque no está para romper la baraja, hasta el otoño de dos mil veintidós. Ya dije que PNV abandonará antes, según costumbre ancestral. ERC seguirá la huella de UP, si Puigdemont no decide antes cortar por la sano. Malo si no satisface el peaje (verdadero conflicto) catalán, al que da largas, y peor si lo paga. Sin ninguna discusión, Sánchez —aislado, solo— pronto será candidato seguro al Requiescat in pace.

 

 

 

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