Publicidad

El Copo. Contemplar


En ocasiones hemos llegado casi a discutir, y digo casi porque hacerlo con Juan el de Cartajima es imposible. Durante el día no nos veíamos, pero cuando nos inundaba el ocaso salíamos a pasear.

 Era el único entre los paseantes que no llevaba pantalón corto. Al llegar a la playa se arremangaba los vaqueros a la altura de las rodillas, las alpargatas anudadas al cuello e iniciábamos la andadura. Íbamos dejando todo vestigio de “civilización” y no adentrábamos en la “besamar” camino de levante. Nos sentábamos en cualquiera de las pequeñas dunas. 

 Un placer ver la lengua del río Piedras a su paso por El Rompido; a la izquierda el coquetón puerto de “El Terrón” prestaba sus barcos de pescadores a la riqueza visionaria del lenguaje.

 -¿Qué piensas, Juan?

 Él, inmutable, respondió: -Nada, contemplo.

 Yo, callaba. Tenía la sensación de blasfemo cada vez que le preguntaba cualquier tontería.

 -¿Qué es contemplar?, le pregunté un día.

 -“Llegar a formar parte del paisaje. Adentrarse en la marisma con la mirada inquieta en la búsqueda de uno. Navegar a través del Río Piedra. Vivir la mirada de uno mismo.”

 De regreso al viejo apartamento, gustaba de hacer el camino acariciando sus pies en la plateada orilla. De vez en cuando, detenía el paso, miraba hacia atrás y sonreía.

 -Es un milagro-, decía.

 Una inmensa negrura envolvía a la propia noche. Las pequeñas luces de las chalanas señalaban un débil resquicio de vida; yo intentaba ver el milagro, pero no lo conseguía.

 -¿Dónde está el milagro? ¿A qué te refieres? ¿A las luces? ¿Al silencio roto por el murmullo de las olas?

 -El milagro está en mis retinas. Lo conservo todo, además iluminado por la noche.

 -¿Cómo lo consigues?

 -Se consigue lo que se busca, pero desaparece una vez conseguido. Permanece lo que se encuentra. La vida es un encuentro en la Plaza del Asombro. Tienes que asomarte al balcón de la Nada y dejarte asombrar por el Misterio. Una persona sin capacidad de asombro es un ser muerto, dormido. Tienes que dejarte, sin mantener pulsos contigo mismo. La vida es un discurrir del tiempo, una bocana abierta al mar. No existe el ayer ni el mañana, tampoco el hoy. Todo conforma un conjunto de sueños, realidades y frustraciones. Déjate, no mezcles momentos; asume el día a día.

 -Tal como lo cuentas -le dije- parece fácil, pero no lo es. Mi realidad me dice otras cosas. Alguna vez percibo lo que me cuentas, pero es una fugacidad. No me sirve para vivir.

 -Para vivir solamente vale la propia vida. Tengo una cerámica colgada en mi casa de Cartajima, en la que se lee: “No te preocupes tanto por la vida, pues no saldrás vivo de ella”. La vida es… ¿cómo decías? …una fugacidad; no busques más.

 Cierto.

 

 

 

 

Comentarios
  • Manuel Rodríguez

    20 July 2021

    Es lo que hace Manrique en sus coplas: Contemplar. Juan el de Cartajima, como sesudo hombre de pueblo, es un filósofo. Saludos.

Añadir comentario
- campo obligatorio (*)

Normas de uso
  • Esta es la opinión de los internautas, no de El Faro de Málaga
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.