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La buena noticia. Comparaciones


       La semana pasada he podido leer el siguiente titular de un artículo publicado en un periódico local: Es más fácil tener una mascota que un niño: un perro no te pide una consola”. La frase citada anteriormente me inclina a pensar que la protagonista de la misma valora más a un perro que a un niño; te sale más barato.

    Cuando aterrizo en la lectura detenida de dicho artículo, deduzco que la entrevistada lo que pretende es valorar el trato adecuado a los animales y evitar el abandono de los mismos. Pero en este caso las comparaciones me parecen poco acertadas y una especie de canto al egoísmo, con una visión hedonista e insolidaria. Se puede entender como una especie de llamada al “uso” de las personas o de los animales como “juguetes comparables”. Indica en su reportaje que no le extraña que haya en Málaga el doble de mascotas que de niños.

    Comprendo que los amantes de los animales defiendan lo suyo. A mi me parece que hacen muy bien cuando defienden la esterilización obligatoria de perros y gatos procedentes de la venta o adopción, pero no comparto su frase: Es más fácil tener un perro o un gato porque cuando te cansas de él lo llevas a la perrera o lo dejas en la calle; mientras que a un hijo no lo puedes dejar atado en la puerta de una guardería. Es mucho más fácil tener un perro o un gato en casa que un hijo. Me parece un tanto injusta. Las personas y los animales nunca son comparables. Ni se debe hablar de facilidad o dificultad como motivo para la perpetuación y el cuidado de la especie humana.

      No me extraña que se nos vayan inculcando estas ideas como políticamente correctas. Así nos “cuelan” el aborto y la eutanasia a la carta; en estos tiempos también se recurre el abandono injustificado de los mayores en las gasolineras o en residencias de dudoso trato.

      Termino diciendo que amo a los animales. Pero mucho más a las personas. Echo de menos titulares por la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte. De cantos al amor a los niños. Aunque nos cueste tiempo, dinero y esfuerzo criarlos. Siempre compensa holgadamente. Pienso horrorizado que mis padres se hubieran conformado con tener un gato de angora en vez de traerme al mundo.

      Mi buena noticia de hoy es que, a mi alrededor, hay muchos más niños que mascotas.

 

 

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