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¿Síndrome de la cara vacía?


            Estamos atravesando una época donde la presencia de una pandemia ha venido a modificar ciertos hábitos y normas higiénicas que nos han obligado, entre otras cosas, a llevar mascarilla para protegernos y a su vez proteger de posibles contagios.

            Debemos ser prudentes porque el virus permanece y seguimos en riesgo de contagio, aunque se hayan desarrollado vacunas para la población.

            Desde hace pocos días la mascarilla ya no es obligatoria en espacios abiertos. Hay personas que hablan de reacciones ante esta situación. Una de ellas es algo que se ha denominado como el síndrome de la cara vacía, que es un conjunto de problemas como la inseguridad, el miedo, la ansiedad, vergüenza... ante el hecho de no llevar la mascarilla.

            Mostrarse de  nuevo en público con la cara descubierta después de meses con la cara tapada puede generar malestar en algunas personas.  El hecho que aparezcan síntomas como la ansiedad, la angustia, el miedo, la agorafobia... habla de que ya existía en la persona, y el efecto de la mascarilla es un desplazamiento que ahora se pone en juego en ese lugar.  Acontece de forma inconsciente y tiene que ver con la historia de cada uno, no es por causas externas, se suman los condicionantes. El hecho de quitarse la mascarilla no produce un cuadro de ansiedad, de miedos, fobia....Hay personas que afrontan la situación sin que les enferme. Si produce síntomas habla de una historia personal en la que ya existían esos problemas de gestión, una grieta que habla de nuestra salud mental. La salud mental tiene que ver con la capacidad de sustitución.  Hay una inmadurez  psíquica, de incapacidad de gestión, que se presenta en las situaciones presentes.  De uno mismo no se puede huir y los síntomas hablan de la complejidad del mundo interior, de cómo se ponen en juego nuestros deseos frente a la realidad, frente a los cambios. Cualquier cambio requiere de una readaptación, una puesta a punto de nuestro orden en la realidad.  La ansiedad es una reacción cuando no coincide la fantasía  y la realidad. Cuando la situación domina a la persona, es que no se han desarrollado los resortes adecuados  y hay un refugio en la fantasía, en ese infantilismo como modo de relacionarse con la vida.  Y ahí aparecen los síntomas, que vienen a ofrecer una mala solución a esos conflictos.

En la cara se manifiestan de manera fisiológica nuestras expresiones emocionales. El enfado, la alegría, cuando algo nos molesta, el rubor... la cara es “el espejo del alma “ se llega a decir y con la mascarilla también “se tapan” ciertos signos que hablan también de la persona. Vemos que también se puede jugar  una connotación sexual. La boca es  uno de los agujeros del goce, una zona erógena a través de la cual se come, se besa, se habla.... un mismo órgano puede desarrollar diferentes funciones y cuando hay sensaciones de pudor, vergüenza...habla de esos diques que en un momento de nuestro crecimiento se construyeron como contención, limitación a los impulsos primitivos.  Puede haber aspectos reprimidos en la persona que se escenifican en forma de vergüenza, miedo a destaparse. Porque en todos nosotros hay impulsos que hemos de transformar, aprender a convivir con ellos y darles otra salida.  La mascarilla es un medio de protección  de  infecciones, pero siguiendo ese mismo hilo asociativo, como símbolo de otra cosa ¿de qué nos queremos proteger también si no es del encuentro con uno mismo y los demás?   

Hay un sueño típico que es el sueño de avergonzamiento de la propia desnudez , donde nos encontramos desnudos o mal vestidos frente a situaciones extrañas  y que todos hemos soñado en un momento determinado. Cuando trae consigo el sentimiento de vergüenza y embarazo, donde queremos huir o escondernos y nos quedamos paralizados, remite a esas situaciones de la infancia donde fuimos vistos desnudos sin que ello nos produjera vergüenza, una cuestión con la seducción y que también se pone en juego con ese pudor a quitarse la mascarilla.  Hay personas que cuando ríen se tapan la boca, como forma de ocultar esa metáfora de explosión de la sexualidad.

La mascarilla puede actuar como forma de esconderse de sus propios conflictos. Conocerlos y transformarlos es posible con psicoanálisis. Con mascarilla o sin mascarilla, mejor cuidar de la salud mental para que nada se interponga en tu vivir, para poder desarrollar la capacidad para resolver de manera adecuada las situaciones y adaptarte, venga lo que venga.   El futuro es hoy. Llenemos esa cara vacía de palabras.

 

Laura López Psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

 

 

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