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Con esperanza, positivismo y entusiasmo


En la mitología grecorromana, la esperanza era la divinidad que se encargaba de consolar a los mortales. Elpis, le decían los griegos, y los romanos la llamaban Spes. La esperanza estaba en el fondo de la Caja de Pandora.

            Ante los innumerables retos que se presentan en el empeño de “remar mar adentro”, lo que hace falta no es una parálisis, sino la acción… Lo que hace falta es la fuerza de la esperanza, que es más profunda e infinitamente más creativa. “El más terrible de todos los sentimientos, refiere García Lorca, es el sentimiento de tener la esperanza muerta”.

            Cuando luchamos o trabajamos por defender la vida y la paz, la justicia y la igualdad, la dignidad y las libertades… de las personas, a menudo nos encontramos frente a situaciones difíciles, frente a obstáculos que creemos insalvables.

            ¿Cómo resistir los embates de una realidad embravecida por vencedores y vencidos? ¿Cómo quedarse inmóvil ante la bota aplastante de la guerra? ¿Cómo permanecer insensible ante las cornadas de muerte de la pobreza? ¿Cómo hacer que dominen la verdad y el respeto a la vida ante la cruel y criminal acción de la mentira, de la manipulación, de los poderes egoístas…?

            Muchas veces nos sentimos decaer, sentimos impotencia y falta de valor para enfrentarnos a aquellas fuerzas que quieren hacerse invisibles para cubrirse de esta manera con las macabras tinieblas de la impunidad y el olvido.

            Pero, cuando aparecen en nuestros deseos y sueños las esperanzas de un mundo mejor, siempre recuperamos fuerzas para vencer el miedo. El miedo a la injusticia, a la sinrazón, al ansia de poder, a la envidia, en definitiva, a nadar contracorriente. Por ello, haz aquello que temes hacer y vencerás al miedo.

            Mi razón para defender los Derechos Humanos es la necesidad imperiosa que insta a mi vida a no permitir que se siga extendiendo el dolor que representa la sangre derramada, las vidas perdidas, los sueños acabados, las esperanzas truncadas…

            Mi palabra vuela por esos aires del orbe para que cada vez encontremos más jóvenes, hombres y mujeres dispuestos a unirse a esta lucha. Hombres y mujeres capaces de luchar día a día por la justicia, por la fraternidad, por la paz, por la libertad…

            Vengamos de donde vengamos y vayamos a donde vayamos…, ¡vivamos siempre con esperanza, con positivismo y con entusiasmo! Solo así le daremos sentido a nuestra vida. “Volví a sentir unas inmensas ganas de vivir, dice Paulo Coelho, cuando descubrí que el sentido de mi vida era el que yo le quisiera dar”.

 

Carlos Benítez Villodres.   - Postumo -

 

 

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