El alma siempre nos está susurrando, sumamente despacio, para que actuemos en la vida como buenas personas, nos bisbisea, con inmensa placidez, otras acciones positivas. Ella nos susurra: traza tu destino para que logres todos tus objetivos, satisfactoriamente, y te sientas una persona íntegra, o que seas feliz, caminando por sendas llanas o abruptas, o si tu vida es un desierto, transfórmala en un paraíso feraz…
El alma nos habla, pero no la escuchamos porque tenemos los oídos cegados por tantos ruidos, por tantos desamores, por tantos deseos infructuosos, que cultivamos en nuestro desierto. Nuestro mayor anhelo es encontrarnos con nosotros mismos, y eso solo se logra adentrándonos en nuestra alma.
“La pluma es el lenguaje del alma”, dijo Cervantes. Y es cierto. Cuando un escritor escribe, siente que es su alma quien le susurra al oído cada frase. Y sabe que es ella, la que lo guía porque experimenta un hondo sosiego y un júbilo calmo. Si esto lo consigue, se halla en un total silencio interior. Solo así puede escuchar sus susurros, que lo guiarán y lo inspirarán.
En realidad, el alma es la verdadera maestra, y al seguir su valiosa guía vamos descubriendo nuestra propia belleza e infinita sabiduría. Por ello, quien escucha a su alma, siente un placer intenso, una alegría profunda, un amor tan radiante que ilumina las almas de todo el mundo. Ese amor nos hace vivir íntegramente cada día de nuestra vida, donando esa luz, imponente, emotiva, sincera…a todos los hermanos que caminan con nosotros hasta el último horizonte, tras el cual se encuentra un lugar, si se le puede llamar lugar, totalmente desconocido, mientras vivimos en medio de esta selva, donde también habitan animales beneficiosos para el hombre.
Amemos, mimemos, cuidemos…nuestra alma para ser una persona dichosa.
Carlos Benítez Villodres (Postumo)
Lola Gallego
Que la tierra te sea leve.