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Conocer nuestro patrimonio provincial malagueño


En nuestro país hay tantas y tan diversas maravillas naturales, artísticas, arqueológicas y culturales, que en cada rincón de nuestra geografía podemos disfrutar de las excelencias que nos presenta esa realidad incuestionable. Nuestra provincia malagueña no está exenta de ese reconocimiento que posee, pero, tal vez, no seamos conscientes de ello. Por la misma razón de mis dudas, me pregunto si realmente se conoce el patrimonio natural, cultural y artístico que Málaga, como provincia, puede ofrecer a propios y a foráneos. El caudal de realidades que tenemos en los pueblos malagueños, pequeños y grandes, una parte importante de ese caudal no se conoce o simplemente no se da a conocer. O tal vez sea que no hay interés en desarrollar un trabajo que implica esfuerzo y voluntad para hacer posible el goce y disfrute de esa riqueza natural, antropológica, histórica, cultural, gastronómica, artística que cada localidad malagueña posee.

Cuando hago mis recorridos por las carreteras de nuestra provincia para conocer los paisajes, los pueblos, su gente, y lo que tenga de particular idiosincrasia el lugar visitado, me encuentro con verdaderas bellezas en la Naturaleza que rodea el entorno, con sus montañas, ríos y valles; la particularidad de los pueblos que conservan esa estructura que los identifica como rurales, como históricos o por ese algo que tienen como propio y los diferencia de los demás.

Es cierto que en muchos lugares de esta geografía provincial, además de sus fiestas locales, procuran organizar eventos que pretenden dar a conocer su realidad en recursos culturales, gastronómicos, materias primas de gran valor: uvas, pasas, aceites, frutas, vinos… Pero sucede que, con demasiada frecuencia, en otras localidades esos intentos iniciales de promoción y desarrollo se quedan estancados y no prosperan hasta el punto de no hacerlos llegar al conocimiento de sus posibles visitantes. Incluso se han creado lugares de encanto en nuestras comarcas para acoger a esos visitantes, con fuertes inversiones públicas en su construcción que, después quedan abandonados u olvidados en el tiempo, con el consecuente deterioro que conlleva. ¿Por qué puede suceder esto? ¿Discrepancias políticas? ¿Dejadez? ¿Apatía? ¡Irresponsabilidades! Diríamos los malagueños con conciencia.

Se ha podido comprobar que aquellas localidades donde sí se llevan a cabo acciones de promoción y desarrollo de sus riquezas, con criterios que conducen al fomento de una economía emergente o de un turismo motivado para conocer las raíces de esos pueblos, su historia, sus recursos naturales, su gastronomía…, su calidad de vida mejora y sus habitantes se ven favorecidos de forma directa de esas iniciativas. Además, con esas decisiones políticas, sociales y culturales, se recupera un patrimonio que se cuida y se mantiene vivo en la memoria histórica de sus habitantes y de quienes vienen a conocerla. Se convierte en un proceso que acompaña una imagen positiva de los gestores de esas decisiones o iniciativas que, además, repercute directamente en su crecimiento económico.

Lo que no se puede concebir como buena administración es la burla que se hace a los ciudadanos con unos intentos o promesas que solo quedan en eso, intentos y promesas, anulando toda posibilidad de avanzar en esas mejoras que pueden ayudar a promocionar y/o desarrollar esas riquezas que están ahí, en su espacio geográfico, histórico y humano. Cuando escucho a personas, muy sensibilizadas para visionar esas realidades y perciben esas controversias, a veces provocadas por intereses de grupos políticos enfrentados o por otros intereses de quienes sean y que supongo inconfesables, observo la impotencia que provoca frustración y desaliento. Y eso es, precisamente, lo que quiero reivindicar desde esta reflexión, para hacerla pública y remover conciencias adormecidas entre los propios habitantes de esas localidades y de sus gestores públicos, porque su pueblo es rico en recursos, pero pobre en la administración de los mismos. Que haya un despertar lúcido que haga posible que ese patrimonio salga a la luz para goce y disfrute de todos. El que quiera entender… que entienda.

 

                                                        José Olivero Palomeque

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