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Dependencia emocional


         ¿Qué es dependencia emocional? Bueno, hemos de decir que dependemos de los demás para sobrevivir  y que si no tenemos a nadie caemos en una profunda soledad. Los demás son absolutamente necesarios para  conformarnos como personas, para vivir. Sin otros no somos nada. De hecho, están incluidos de una forma u otra, en cualquier acción  y nos constituimos en relación a los demás, dependemos de los demás.  Una persona sola no existe. Hay un pensamiento que se transmite que dice que no debemos depender de nadie, ser independientes, pero en realidad dependemos de todo lo que nos rodea, de los lazos con los demás. Las sociedades actuales influyen en ese aislamiento, donde a veces ni siquiera se conocen los vecinos en las grandes ciudades.

          Todos somos dependientes  pero habrá que ver de qué cosas, personas, dependemos, porque hay relaciones que te hacen crecer, desarrollarte, ampliar el mundo, pero otras que funcionan como un refugio, como parte de un mecanismo neurótico. La civilización está hecha en base a esas relaciones de interdependencia, de luchas, y eso también nos hace dependientes de seguir trabajando para que pueda seguir existiendo. Produce bienestar, salud, felicidad. Si no dependemos de nadie nos abandonamos. Es por otros que me aseo, que trabajo... mejor fomentar relaciones que inciten al movimiento, a trabajar, a comprometerse con el mundo. Estar sostenido por varios compromisos, por pactos, en una organización social, hace que estemos en el mundo. Todo ello nos ayuda a seguir adelante, porque en la vida hay obstáculos, no es fácil, y sin un fuerte deseo para vivir, entre otros, caemos.

          El problema ocurre cuando hacemos depender nuestra vida de una sola persona y se hace girar  de manera principal en torno de ella.  Esta relación se vuelve exclusiva, representando así un esquema primitivo en el ser humano, una relación primordial que nos sostenía y de la que sin ella, no hubiéramos sobrevivido. Pero actualizar esa relación en la figura de otro conlleva a recluirnos del mundo, a renunciar a él, incluso a enfermar.

         La dependencia emocional es más frecuente que ocurra en las relaciones de pareja, donde se establece un vínculo más cercano y absoluto en estos casos, llegando a convertirse en una relación asfixiante y destructiva. El otro, eje principal que comanda la vida, se establece como necesario. Lo más importante es su felicidad, sus deseos, llegando a olvidarse de sí mismo y convirtiendo la relación en un control constante. El otro está idealizado y hace de muleta, constituyéndose como esencial para sostenerse, necesitando agradarle a cada momento. Hay un miedo a la soledad, a ser abandonado.

         En realidad, la dependencia no es exactamente a esa persona, sino a una ideología, a una manera de  pensar, de instalarse en las relaciones, a un posicionamiento psíquico.

         Recuerda la dependencia emocional también a estructuras clínicas como la fobia, donde necesita de un acompañante fóbico para salir a la calle, realizar tareas...se huye de sí mismo, un miedo que le paraliza que tiene más que ver consigo mismo y sus deseos, con la imposibilidad de separarse de ese lugar infantil. Sumar, multiplicar relaciones, mundo, es un trabajo y cuando no puedo sustituir esa relación, no es amor, ni mundo. No nos enseñan a amar, amamos con una modalidad infantil, dependiente, como si fuese yo en el otro, mis idealizaciones.

          El psicoanálisis ayuda a generarnos como sujetos, atravesados por el lenguaje, en relación con los otros. Entonces ya no somos un espejo, ni un clon, se aprende a hablar. Si no hay expresión desde los propios deseos, se produce un alejamiento de la realidad y se huye a un lugar que no existe, a la fantasía, que aleja de la vida. Hay que hacer un trabajo para salir de formas de pensar que nos alienan, que nos hacen ser dependientes a cosas que nos destruyen, a formas de entender el amor que nos llevan al infantilismo, y nos veta el acceso al mundo, a las relaciones, a la creación. 

         Las relaciones exclusivas y excluyentes generan un vacío, es como si se entregara la vida a la otra persona, renunciando a sí mismo/a para complacer, olvidándose de su propio placer, de su vida.  Al final es como si la vida no fuese posible sin esa persona. Pueden llegar a convertirse en relaciones muy conflictivas y llenas de insatisfacción.

         Mejor consultar con un psicoanalista, porque somos actores de nuestra propia vida y si no cambiamos el guión, los personajes irán sustituyéndose y generando el mismo drama.  El amor es posible pero para acceder a ello hay que trabajar esa renuncia infantil, que cursa de forma inconsciente.

Laura López Psicoanalista Grupo Cero

www.lauralopezgarcia.com

 

 

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