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El Copo. El Barrio “Obrero” de Melilla


En el Barrio “Obrero” de Melilla transcurrió mi niñez, la adolescencia, el “edad del pavo” y mi forja como proyecto de hombre.

Allí tuve ese amigo de la niñez que jamás se puede olvidar. Modesto tenía por nombre, y era el más travieso del vecindario; aunque no era del gusto de mi madre, con él pasé buena parte de mi infancia jugando a botones, bolas, el Zorro y a buscar peleas con niños de otros barrios. Murió demasiado joven en “esta ciudad, Málaga, que todo lo acoge y todo lo silencia”.

El barrio tenía forma rectangular, y estaba conformado por casas matas y algunas de un piso. Sus vecinos eran de una clase media trabajadora sin grandes diferencias entre ellos.

La calle Pradilla cruzaba el centro del barrio, y allí nació y vivió el mejor “pelotero” que ha existido en el fútbol español. Conocido por “Pepillo”, José Castro, hacía diabluras con una pelota de trapo.

Un servidor lo ha visto en multitud de ocasiones dar la vuelta a la manzana de su casa, o la mía, sin que la pelota cayera al suelo.

Fichó por el Sevilla F.C., y me colaba de “barakalofi” -gracias en castellano- por la puerta de “oficio” del Estadio de Nervión; por aquel tiempo un servidor carecía de “posibles”; de ahí me viene, de la economía, el ser sevillista o palangana.

Más tarde fue fichado por el Real Madrid, y el pibe Alfredo Di Stéfano hizo todo lo que sabía -y sabía muchísimo- para quitárselo de encima y lo envió al legendario River Plate; terminó su andadura futbolística en el Málaga tras su paso por el Mallorca. Más de una timba de póker me he echado con él, junto a Payá y Ramoní, ambos jugadores de fútbol.

Mi recuerdo para los hermanos Calabuig, sé que me leen, y tantos chavales que nos forjamos en las inmediaciones del maravilloso Parque Hernández de la españolísima Melilla.

Éramos buena gente.

 

 

 

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