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El Copo. La tormenta frustrada (y II)


Por razones personales, y también por políticas, he tenido que esperar unos días para dar fin a este estudio sobre el final de la gran tormenta política que ha sacudido durante un tiempo la política española, y de la que aún queda algún que otro fleco que se disipará cuando finalice la campaña de asalto a la Comunidad de Madrid.

         Los auténticos disparos a la inestabilidad política fueron los lanzados sobre la presidenta Ayuso por PSOE y Ciudadanos, amén de Más Madrid, y que fueron frenados por MAR, Miguel Ángel Rodríguez, asesor de imagen de la presidenta cuestionada, que aconsejó disolver la Cámara madrileña antes de que fuese presentada una moción de censura contra su “jefa”. Y se armó la marimorena.

         El Tribunal Superior de Justicia de Madrid dio la razón a Isabel, y decayeron las mociones de censura presentadas para desbancar por la línea rápida a la misma.

         A partir de ese momento todo ha sido una payasada de primer calibre con los “pucheros” de Nacho Aguado y Ángel Garrido, ambos de Cs, la llegada de Edmundo Bal como “nomber one” al batiburrillo del partido naranja; el aterrizaje de Pablo Iglesias a la candidatura de Podemos para “salvar a España” de la “lunática” presidenta madrileña y la confesión, política y humana del candidato socialista Ángel Gabilondo.

         Este último se ha definido como un político “soso, serio y formal”, o sea, un buen partido para los chulapos y chulapas madrileños; el “ex fraile corazonista” ha afirmado que, en caso de lograr la presidencia comunitaria, respetará al máximo la educación concertada -de la que es ferviente defensor- y que no subirá los impuestos de la Comunidad, o sea, más o menos seguirá los principios de “la Ayuso”.

         También ha afirmado que no se coaligará, pase lo que pase, con “este Pablo Iglesias”; no sabemos con certeza si está aludiendo al “otro Iglesias”, al mítico fundador del PSOE o al que promete que Ayuso acabará en la cárcel por corrupción.

         A todo ello, el bueno de Edmundo Bal se bate con la duda de alcanzar el 5% de los votos madrileños para alcanzar representación.

         Hay que observar con detenimiento a una mujer, me refiero a Ayuso, que no sé si es feminista o no, pero es seguro que se ha convertido en la hembra con más bemoles que se pasea por Chamberí.

 

 

 

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