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El viaje a México


Marisa era teísta y estaba afectada por neumococos. Cuando venció la pulmonía gracias a los antibióticos prescritos por la especialista, decidió viajar a México. Por Chiapas le picó una coralillo. No se percató de ello en un principio, pero cuando empezaron los primeros síntomas (dificultades en el habla, visión doble y parálisis muscular), al darse cuenta su amigo Juan Medina, la llevó con premura a la consulta del médico que, de inmediato, le inyectó un antídoto.

—¿Para qué creó un Dios comprometido en el mantenimiento y gobierno del universo las serpientes venenosas? —le preguntó Medina con una ironía que, en principio, se le escapó a la teísta.

Ella se le quedó mirando, en silencio.

—Para que tú me salves la vida llevándome al médico y yo te quede eternamente agradecida —respondió con efectos retardados.

—Luego Dios quiere que nuestra amistad vaya a más —dijo él insinuando un acercamiento amoroso.

—Somos libres de interpretar tanto las palabras como los hechos —rio Marisa.

—¿Te sientes mejor?

—Pienso completamente neutralizados que del veneno han sido los efectos — respondió trastabillando y trastocando deliberadamente la frase.

—Si manifiestas sentido del humor es que te has recuperado. ¿Salimos?

—Prefiero quedarme en mi habitación.

Juan la llevó en su "carro" al hotel y, con cierta preocupación por la salud su amiga, emprendió el camino hacia su casa. Un choque frontal contra un vehículo que invadió su carril tuvo consecuencias letales para los conductores.

 

 

 

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