“El bazo es un órgano linfático con la misión de destruir los glóbulos rojos viejos y sustituirlos por los nuevos. Es una reserva de leucocitos, linfocitos, monolitos y células plasmáticas. Se considera el centro de nuestro sistema inmune y forma parte del sistema linfático. Tiene un gran poder contra la infección”. (RAE)
Jamás en mi vida caí en la importancia de este órgano, hasta que hace diecisiete años tuvieron que extirpármelo durante una operación de perforación de estómago, de manera que cada diez años tienen que ponerme un “chute de cocos” y derivados para prevenirme de cualquier infección por si las “moscas” atacan, no digamos nada del tristemente famoso “bicho” que asola a la humanidad.
Parece que puede salvarnos cualquiera de las múltiples vacunas que, incorporadas al Ibex 35, han asomado sus caretos como posibles salvadoras de la humanidad.
Las hay de todos los precios y nacionalidades, hasta en España se está intentando parir una de ellas. Siendo de agradecer tanta dedicación a la “causa”, resulta al menos algo sospechoso que todas ellas hayan amanecido por la misma época.
A falta de fútbol, demostraciones reales de enamoramiento, carencia de abrazos, dificultad al sonreír por mor de la tristemente famosa mascarilla, tomarse una copichuela bien acompañado de amigos y amigas, etc. la vacuna ha venido a ser el tema central de conversación durante el día de hoy.
Un servidor, por ahora, ni caso. Vamos a esperar un poquito antes de que trasladen a mi organismo una especie de enemigo del coronavirus, no sea que este se pase de rosca y se mosquee más de la cuenta, que ya es decir.
Además, al existir personal suficiente para crear una buena “inmunidad de rebaño”, mejor tranquilizarnos y esperar a que baje algo el precio, nos va un par de güisquis en ello.
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