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El Copo. El terreno de juego… democrático


¡Oh, Pessoa!, el gran maestro de la locura al escribir y describir lo que veían sus ojos tras degustar dos o tres absentas con el estómago vacío en una tarde de gris diciembre cuando, sin ton ni son, el frío se apodera de los tristes cuerpos que no degustan el néctar del dios Baco.

         Hoy, querido y admirado Fernando, he visualizado el más maravilloso terreno de juego que vírgenes ojos pudieran contemplar; maravilloso césped en este alocado 6 de diciembre, pero sin líneas de blanca cal que delimiten lo legal de lo ilegal.

         He contemplado, querido compatriota portugués, a unos hombres y mujeres españoles de 1977 señalando los territorios de lo que es legal e ilegal, ya sabes: lo que pudiera ser penalti, fuera de juego, córner o saque de esquina, etc., o sea, delimitando lo prohibido de lo permitido.

         Quiero decir -admirado bebedor del licor prohibido para cuerpos sin alma- creando aquello, tan lejano ya, que se conoce por la Constitución Española, esa ley de leyes de obligado cumplimiento para todos.

         Y contemplo, polifacético artista, con infinita tristeza el bello terreno perfectamente delimitado, pero con árbitro, jueces de línea de toda calaña y un VAR vendidos al mejor postor, al que más dé y al que más chupe de las entrañas de los buenos españoles que creen, pobres de ellos, que todo vale.

         El árbitro es un tal Sánchez, el denominado VAR está en manos en Iglesias, y los jueces de líneas son personajillos adictos a Esquerra Republicana y herederos de ETA, o sea, los bilduetarras de Arnaldo Oteguí, excandidato al Nobel de la Paz.

         Y así, queridos y enmudecidos españoles, nos cuelan todos los goles que deseen con manos, fuera de juegos y patrañas a doquier.

         Tú, querido españolito, callas, él calla, vosotros calláis, ellos callan… pero yo, misterioso personaje de aquellas Cortes Españolas, denuncio.  

 

 

 

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