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El Copo. El “porquesí”


Javier es un buen amigo que, de tarde en tarde, quedamos y celebramos un “porquesí” -un festejo- sin que exista una motivación externa que lo explique como podría ser una onomástica o un encuentro fortuito.

         Lo hacemos “porquesí”, porque nos da la real o republicana gana de echar un rato con y entre nosotros.

         Casi todo lo que hacemos, o hacen otros, viene precedido habitualmente por unas causas establecidas por la sociedad que nos rodea -nos rodeaba antes de la pandemia-, pero no por “un porquesí”, extraño y hermoso lazo que une a hombres y mujeres que saben saborear lo que va quedando de vida.

         Al “porquesí” lo conocemos con otros nombres camuflados por la sociedad, el más común de ellos es “el amor”.

         Dos seres se aman sin una razón que otorgue una base lógica al inmenso acontecimiento de fiarse el uno del otro; además si se nos ocurre preguntar al otro u otra por la causa de esa misteriosa afinidad nos podemos encontrar con una serie de incalificables bobadas, que pueden ir desde un ridículo “porque eres mi vida” hasta la idiotez de conjugar el verbo amar; y si además uno de los sujetos se cree “poeto” o poeta plasma las aberraciones en un libro al que pone un título insultante para la especie humana.

         Y sin embargo todo tiene cabida, aunque sea con falta ortográfica, en un sencillo “porquesí” que deberíamos poner algo más en práctica.

 

 

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