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Nihilismo, o el vacío absoluto


Siempre digo que el hombre que habla o escribe con el “corazón” vive y muere y resucita en cada fruto siempre sano que el propio “corazón”, como ente integrado en la energía del espíritu, concibe, gesta y alumbra, para riqueza del ánimo de aquellos que lo escuchan o lo leen.

            Al manifestar esto, no me refiero al corazón como órgano imprescindible para vivir, sino a ese punto central, inmaterial e interno, que todos los humanos poseemos, yo así lo creo, y que nos proporciona esa sustancia vital, anímica y sobrenatural a las joyas que salen de su orfebrería. Hay creadores, con una inteligencia superdotada, que no creen, por lo tanto, no aprueban que ciertas composiciones de nuestro intelecto, como potencia cognoscitiva racional del espíritu, surjan de esa parte del mismo, por expresarlo de alguna forma más comprensible, de ese núcleo invisible e íntimo que un elevado porcentaje de personas, incluido muchos artistas, le llaman “corazón”.                   

            Por lo tanto, el hombre y la mujer de la segunda década de este siglo, afirman, ellos y otros como ellos, no creen “en nada”, es decir, ni siquiera tienen fe humana. De ahí, el cuestionarse, si este siglo será calificado de nihilista o no. Hombres y mujeres, según  deduzco de sus comentarios, van por la vida rugiendo, gruñendo, ladrando..., para escalar y escalar, cada vez cotas más elevadas, con el objetivo de adelantar e imponerse a los demás, aunque tengan que triturar a los que no les sirven para lograr lo vilmente apetecido, para atesorar, desde la corrupción más ilegal,  cuanto más oro mejor, ya que, legalmente, poco oro se puede acopiar, para conseguir introducirse en las esferas, más o menos encumbradas, del poder y así saciar, con el mismo, su apetito siempre insatisfecho; para machacar y machacar y no dejar de machacar a sus semejantes con el fin de  alcanzar todo cuanto anhelen tener...

            El nihilismo es el estigma más genuino del “corazón” arrogante y gélido, agusanado e insustancial... El nihilismo es el vacío absoluto. El siglo XXI es y será, por lo tanto, un tiempo en el cual la balanza continuará inclinándose a favor del hombre y de la mujer que combatan por un mundo más justo, más igualitario, más libre, más democrático, más positivista, en definitiva, más humano.

            Esta guerra del hombre a favor del hombre y de la humanidad es una realidad, no una utopía, aunque siempre hay conformistas, resignados, que se aferran a esto último. Una realidad que exige creer en la bondad del ser humano y en la maldad de una parte de la sociedad, la cual es la única responsable de que ciertos individuos incineren sus valores positivos, infinitamente favorables, y en su lugar asienten lo maligno y lo irracional. Además, para seguir adelante, en esta lucha continua, se necesita, por parte del combatiente, dignidad, solidaridad, entrega plena, firmeza, honestidad, transparencia, saber lo que se quiere derrumbar, aniquilar, y, al mismo tiempo, ser consciente de lo que se desea, para bien de todos, crear, abrir, construir, resucitar, reverdecer, solear... 

 

 

 

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