Para completar y complementar las enseñanzas personales impartidas por los profesores en el referido curso, se nos suministró un conjunto de libros de la Comisión Nacional de Productividad Industrial que estudié con sumo interés y completé con el resto del fondo editado por la Comisión que conservo con mucho cariño; más todavía porque, según mi criterio, conservan toda la vigencia. De entre lo muchísimo aprendido destaco dos ideas fundamentales:
a) Las preguntas clave.
b) Siempre existe un método mejor.
Ambas ideas constituyen dos herramientas básicas y certeras, entre otras muchas cosas, para el análisis del trabajo y sus problemas. Su versatilidad permite aplicarlas a otros órdenes de la vida.
Lo dicho hasta ahora me recuerda tiempos felices, ilusionados e ilusionantes: Recién casado, trabajando de noche sesenta horas semanales, estudiando de día y dando clases particulares para mejorar los ingresos y durmiendo poco. La intensidad de este vivir, las energías puestas a concurso, produjo rendimientos inmediatos. Es posible que las circunstancias de entonces para los estudios por libre sin asistencia a clase y jugándose cada asignatura a un solo examen, sin limitación de asignaturas, sólo con la compatibilidad de los horarios, no se den ahora con la legislación actual. Aquellas circunstancias propiciaron que toda persona con deseos de mejorar y con recursos escasos, pudiera alcanzar las metas profesionales tituladas que les garantizaran puestos de trabajo cada vez mejores y mejor remunerados.
En el orden internacional, en la década de los cincuenta, se estableció una fuerte pugna entre Estados Unidos y la Unión Soviética, dos de las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, por la llamada carrera atómica y espacial. La primera victoria correspondió a la URSS colocando en el espacio, en Octubre de 1957, al Sputnik, primer satélite artificial. A ese lanzamiento siguieron otros con pleno éxito.
Estados Unidos por su parte, ante el evidente éxito de la URSS, emprende el proyecto Polaris. Se trata de un proyecto armamentístico complejo en el que han de intervenir muchas personas y empresas suministradoras de todo tipo y alta tecnología del momento. Ganar la carrera a la URSS exige reducir el tiempo de ejecución, reducción que logran inventando el PERT, acrónimo del nombre inglés Program Evaluation Review Techique que puede enunciarse en español como “Técnica de Revisión y Evaluación de Programas” que redujo el tiempo de ejecución del proyecto en tres años.
En las empresas españolas se van introduciendo las técnicas de la Organización, Planificación y Control de la Producción, control de costes, cronometraje y un largo etcétera. Los técnicos de las empresas reflejan en “planing” ad hoc, el desarrollo previsto y real de los proyectos. Esa “fiebre” técnico-científica se apodera, no solo del mundo técnico sino de los escalones intermedios de las empresas, implicando a todos los estamentos y aceptada por los obreros.
España ha entrado con éxito en la modernidad. Para ello, el Decreto ciento cincuenta y siete/mil novecientos sesenta y tres, de veintiséis de enero, autorizó la libre instalación, ampliación y traslado de industrias, se declararon los sectores exceptuados de dicha autorización y aquéllas a las que para su aplicación les era exigible el cumplimiento de condiciones técnicas y de dimensión mínima completado posteriormente
por el decreto del 22 de julio de 1967 que marcó el rumbo de la industrialización española. Tal legislación, con otras de aplicación, las hube de utilizar con profusión en los proyectos que, como técnico competente, hube de redactar para la instalación, puesta a punto y autorización de un gran número de industrias de distinta dimensión que posteriormente se desarrollaron creando abundante empleo. (Continuará).
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