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El Copo. Angustiado


He colocado, en este copo, el término “angustiado” como indicativo del estado en que me encuentro en este día y a esta hora en lugar de “acojonado” que es el que realmente reproduce mi actual situación anímica; y lo he hecho por respeto a las personas de buen vivir y hablar a las que no deseo escandalizar.

         Aunque me perturba algo, en el fondo me da igual que Pablo Iglesias haya convertido su hermosa coleta en un bello moño, y lo mismito podría decir sobre el lugar que haya elegido el Emérito rey para cavilar sobre sus lamentaciones al estilo Jeremías.

         Sí me importa, y mucho, que precipitemos nuestras vidas hacia el desastre total de la economía y que lleguemos a pasar una “hambruna” de mucho cuidado, al tiempo que pasemos a saborear el pan negro con algo de tocino de aquellos sufridos andaluces de Jaén que glosara Miguel Hernández en su mítico romance.

         Todo ello es asumible y hasta recomendable para un pueblo, el nuestro que, según rastreadores, equipos de protección individual, empollones y Simón, entre otros elementos, va de nuevo caminito de vivir su segundo confinamiento general.

         Nos encontramos en el puesto de cabeza de todos los países europeos de postín en ese rebrote diario del covid-19, les llevamos una ventaja desmesurada, y las autoridades -las de la porra- no dan abasto ante tantos majaras desaprensivos que van espurreando esferitas víricas a nuestro alrededor.

         Y los telediarios se encargan de que nos den unos teleles de mucho cuidado que van socavando nuestra ya desgastada esperanza.

         Muramos con dignidad, y que cada quisque sea digno a su manera.

         ¡Por España!

 

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