Antes que me olvide, porque después me enrollo, solicito formalmente la sana dimisión del santo varón Simón por argumentar que la cuarentena impuesta por el Reino Unido a los ingleses que vengan a España a tirarse desde los balcones incentiva la mieditis a consumir sangría en el desunido Reino de España.
Si todo sigue tal como va, los españoles lo vamos a pasar canutas. Ni con Franco el mundo occidental le ha hecho semejante “peseta” a España.
Aquellos tiempos eran de retirada de embajadores, pero ahora nos van a hundir en la mayor de las miserias: británicos, alemanes, holandeses y la madre que parió a todos.
Pero nosotros, excelsos compatriotas, a lo nuestro con bozal incorporado y no pasando ni pisando el límite de los dos metros de distancia a sembrar de nuevos brotes de Covid-19 nuestras calles y plazas.
Sánchez, Pedro, sonríe porque visto lo visto, a saber: Torra, Urkullu y el resto de la tropa diseminada están demostrando que son unos pardillos a la vera, verita vera del Alto Mando de la época del confinamiento.
Es tal el despiste político que vivimos que hasta entre nosotros mismos ahuyentamos a los nuestros, caso de Feijóo, al tiempo que lampamos y nos mosqueamos por lo que hacen nuestros aliados.
En casa somos cinco, incluidos los perrillos Rambo y Gin, y he prohibido la visión espeluznante del tenebroso día a día de contemplar las noticias a la hora de degustar una sardina o un bogavante.
De vez en cuando compro un poquito de mojama para comprobar que el olfato no lo tenemos perdido.
Por ahora todo va bien.
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