En el día de hoy, Rosi, mi esposa como “Dios manda” más lo que ustedes deseen añadir ha cumplido la friolera de 83 años de edad; de ellos, entre novia “formal” y compañera de fatigas llevamos juntitos la friolera de sesenta y ocho “tacos” con nuestros problemas y alegrías.
Hace unos días llegó el último informe médico en el que se le diagnostica esa enfermedad cognitiva que comienza con la vocal “a” termina con la consonante “r” y en medios de ambas letras se encuentran el trípode fatal de “lzh”.
No por eso ha perdido su sonrisa sino creo que se ha acrecentado ante cualquier grata sorpresa, y es que ese otro “bicho” aún no ha hecho estragos en su comportamiento, aunque sí en su memoria.
Por nuestra vida en común han pasado padres, persiste la hija y bailan las nietas sones de eterna juventud.
Respiramos instantes de felicidad y nos invade la eterna tranquilidad del “deber cumplido”; hemos pasado del “te amo” al “te quiero” como tránsito normal de nuestra ancianidad.
Ignoro si es o ha sido feminista, pero estoy seguro -y lo certifico bajo juramento- que ha sido una mujer trabajadora desde que trabajó en las “migas” caseras hasta llegar a practicar la enseñanza oficial.
Con nosotros se encuentra nuestra única hija que nos cuida depositando parte de su vida en nosotros; hace honor sin estridencia alguna a una peculiar manera de entender la familia como núcleo esencial de la vida y la sociedad.
Tan sólo pido a la misteriosa divinidad, si es que existe, que no lleguemos a ser trastos inservibles.
Besos con mascarilla incorporada.
Manuel montes cleries
Felicidades a Rosi. Mucho ánimo. Se qaue lo lleváis muy bien con la ayuda De Dios en forma de Rosa Mari. Un abrazo