Excelentísimo señor vicepresidente 2º del gobierno de España: soy uno más de aquellos 350 diputados que colaboró con su voto a concebir la Constitución de 1978 que ha permitido que V.E. haya llegado a ser lo que es en la actualidad, nada más y menos que parlamentario y pieza clave en el ejercicio del poder que nos gobierna, todo ello a pesar de que usted, en repetidas ocasiones, tildara de “candado” a la misma.
Anciano ya, y renqueante ciudadano al que queda poco tiempo de existencia por aquello de mis ochenta y cuatro años de edad, he de decirle que ha cometido uno de los más feroces ataques a la democracia en esa Plaza Mayor del pueblo que tanto sabe de golpes de Estados y del que fui testigo de unos de ellos, el del malogrado 23 de febrero de 1981 que sufrí en mis propias carnes.
Ha afirmado V.E. entre esas paredes que los hombres y mujeres de Vox, formación política que se encuentra en las antípodas de mi pensamiento, “desean dar un golpe de Estado, pero que no se atreven a llevarlo a cabo.”
Cuando uno de los componentes de ese partido abandonó la sala donde V.E cometió ese atroz desencuentro con la democracia, usted, señor Iglesias, en plan chulesco, pronunció una frase barriobajera y le espetó a que cerrara bien la puerta al marcharse.
V.E. persiste en lo dicho porque al siguiente día -creo que en La Moncloa- afirmó que había dicho la verdad, pero que se equivocó de lugar al decir semejante barbaridad política, se refería a la llamada Mesa de reconstrucción.
Un consejo de viejo si me permite, señor Iglesias: jamás vuelva usted a decir a nadie que no se atreve a hacer algo ya que, y V.E. lo sabe bien, está incitando a la realización del mismo.
Ha alcanzado el cielo con sus legítimos votos, disfrute de él y trabaje desde el mismo por mejorar este país en la medida de lo posible, pero déjenos -mientras salimos de la pandemia y alcancemos la “nueva realidad”- vivir en paz dentro del límite de lo posible.
José García Pérez, Diputado libre de aquella extinta UCD de 1978.
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