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El segmento de plata. Blanco o negro


    Estoy cansado de recibir mensajes de todo tipo a través de todos los medios, que aprovechan las difíciles circunstancias actuales para arrimar el ascua a su sardina política, magnificar los errores, ocultar los aciertos y criticar desaforadamente a aquellos que no compartan sus “verdades”.

     Desde siempre la humanidad se ha dividido en dos grandes grupos: agricultores y ganaderos, pacíficos y guerreros, judíos y cristianos, creyentes y no creyentes, etc. Siempre con la descalificación y el desprecio hacia el otro.

     La historia está llena de luchas de todo tipo entre ambas facciones. Guerras políticas, económicas, religiosas, raciales y culturales etc. De sometimiento de unos sobre otros. En nuestros tiempos seguimos igual. Izquierdas, derechas; progresistas, conservadores; norte, sur; ricos, pobres; nativos, inmigrantes; Barça, Madrid.

     Los medios de comunicación, desgraciadamente, viven de esto. Propician las luchas intestinas y los antagonismos a escala individual y a escala grupal. Hay programas de televisión que pagan por recibir trapos sucios, de quien sea, para airearlos. Espacios “amables” y de divertimento -tales como los talent shows de cocina, música, deporte o costura- someten a los concursantes a tensiones que provocan la salida de lo peor de su carácter. Que decirles de los programas de convivencia (reality), eso ya son guerras abiertas. Los ideólogos políticos tiran de argumentarlo para envenenar las mentes de sus correligionarios.

    Los cristianos no debemos entrar en ese juego. Hace tiempo que he renunciado a hacerme eco de los mensajes de algunos amigos de diversas ideologías a los que conozco a través de nuestra vinculación religiosa. Estos son totalmente partidistas, insultantes y descalificantes sobre todo aquello que no sea de su militancia. Jesús jamás hizo acepción de personas; no es de judíos ni de gentiles; ni de Pedro ni de Pablo.

   Ayer recibí una llamada angustiosa de una vieja amiga, muy mayor y muy piadosa. Estaba atormentada porque alguien le había soplado que un sacerdote, famoso por su trabajo en pro de los desfavorecidos, estaba emitiendo proclamas de signo político. La tranquilicé. Los caminos del Señor van rectos, ni por la izquierda ni por la derecha. El cristiano va de frente y con los brazos abiertos. Como Cristo está en la cruz.

   Creo que debemos intentar comprender a todos. El secreto está en la Y. Los “tuyos” y los “míos”. A veces se equivocan y a veces hacen las cosas bien. Quedémonos con lo bueno de cada uno. Así encontraremos el camino de la paz. Los aplausos de los balcones son ejemplo de ello. No hay buenos ni malos en lo absoluto. Entre el blanco y el negro existen muchos matices. Buscad “los blancos dientes del perro”.  (Podéis leer en Internet ese delicioso cuento de Tolstoi ahora que tenéis tiempo).

 

 

 

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