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El Copo. Donde el viento silba nácar


En la actualidad vivimos en ciudades y pueblos que en el año 1833 se agruparon en provincias, régimen que sigue vigente con todas las contradicciones que pueda acarrear el hecho administrativo que se aprobó en la fecha citada; más tarde fuimos ciudadanos de regiones por una división que en parte tenía que ver con nuestros ancestrales reinos que conformaron lo que hoy conocemos por España para terminar, por ahora, conviviendo en Comunidades Autónomas.

Se podría afirmar que tenemos una triple identidad, en mi caso, por ejemplo: soy malagueño por estar censado en este lugar de mar y monte, soy andaluz porque Málaga está dentro de los límites de la Comunidad Autónoma Andaluza, y soy español porque Málaga y Andalucía pertenecen al Reino de España. Con todo ello, y dijera lo que dijera la ministra Celaá, soy del útero de mi madre porque allí fui concebido y de sus pezones mamé; y ella, la señora Antonia, me parió en Melilla.

Reconozco que lo escrito anteriormente es un lío de gran envergadura y difícil de entender. Pues bien, vamos a liarlo un poquitín más. ¿Me siguen o están perdidos?

Existió un hombre llamado Blas Infante que reclamaba la “comarca” como ente real y apropiado para vivir agrupados. Una de las más clara de ellas es la conocida como Serranía de Ronda que agrupa natural y comercialmente alrededor de la bella Ronda a los habitantes de pueblecitos blancos de Málaga, Cádiz y Sevilla; podríamos añadir las comarcas naturales de la Axarquía y Alpujarras, por citar algunas provinciales y una tira de nunca acabar en el conjunto de nuestro Estado.

Pues bien, la ya famosa “desescalada” que nos trasladará al edén de “la nueva realidad” apunta a que mi amigo Manuel, “compi” de columnas, no podrá ir a su segunda residencia, sita en Rincón de la Victoria a un tiro de piedra de su casa, mientras los hoteles de Málaga podrán abrir sin que los “extraños” a esta provincia puedan venir; pudieran, eso sí, convertirse en lugares de citas.

Ojalá rectifique el inteligente comando del Alto Mando establecido por decreto, pero no lo creo.

Y yo que me veía este mayo, florido o no, allí por “donde el viento silba nácar”.

 

 

Comentarios
  • Javier de Molina

    1 May 2020

    Yo me he soñado allí ‘donde el viento silva nácar’, paseando por la ribera del Atlántico mientras a mi nariz llega el olor de los pinos y en mi paladar retengo el sabor de las delicias de su mercado…… llegará el día querido amigo. Un abrazo.

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