Hasta en veintiséis ocasiones, en su particular alocución en Radio Macuto, el Jefe Supremo del “Alto Mando”, don Pedro Sánchez, pronunció “la nueva normalidad” como meta a la que llegaremos después de “desescalar” la cumbre de personas fallecidas por la pandemia; hasta Mario Moreno “Cantinflas” con su lenguaje desparpajado se queda en pelotillas ante el incansable predicador, nuestro “presi” del alma.
No se puede decir más y mejor en tan poco tiempo. Inigualable en su retórica, consigue despertar al dormido y reír al triste. No lo merecemos, pero a pesar de ello se cuela en nuestro interior a la primera de cambio.
Qué más podemos pedir de él. Quién osa criticar a semejante criatura tan amable, veraz, fina y asintomática.
Son cuatro las fases para alcanzar ese estado de gracia que anuncia: la primera, la segunda, la tercera y la cuarta. Una vez llegados a la última estación del corto viacrucis alcanzaremos “la nueva normalidad”.
Así de fácil, sencillo, agradable, deseado y angelical. Jamás nuestros corazones latirán con la misma intensidad en ese momento. Alcanzaremos en la bajada al deseado parnaso la ansiada transformación en el nuevo Tabor que nos promete, y volveremos una y otra vez a votarlo porque los españoles somos personas agradecidas.
Sed sumisos al igual que lo es él.
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