Hasta en unas circunstancias tan trágicas, como esta pandemia que nos asola, se ve el caos a que está sometida España por mor de las distintas Comunidades Autónomas que conforman el Estado español y el “mando único” instalado en la Moncloa.
En próximos “copos” trataremos de niños, mayores, estudios, confinamientos, residencias, etc.
Hoy nos vamos a detener un momento en las fúnebres estadísticas que los señores Illa y Simón nos ofrecen a diario sobre la mortandad producida por el Covid-19.
Deberían ambos entregar esa competencia, la de comunicar o enseñar, a cualquier Profesor o Maestro que ponga orden en la recogida de datos y en el trasiego de ellos a los preocupados por el tema.
Y es que no hay “Dios” que se entere si subimos hoy en luto respecto a ayer o si ayer celebramos datos más alentadores que los ofrecidos en el día de hoy, y es que bailan los números -parece que dichos números no fuesen muertos- como si se tratase de un bingo de enormes dimensiones.
La audiencia que sigue la macabra matraca de la comparecencia de ambos no sabe a qué atenerse, no sabemos si alegrarnos o entristecernos mientras ellos, impávidos, siguen con las trágicas estadísticas de mortandad.
Lo único que sabemos con seguridad es que por cada millón de habitantes somos el segundo país -el primero es Bélgica- en números de personas fallecidas. Ese dato sigue incrustado en nuestros corazones por un martillo pilón; peor no se puede hacer.
Y no lo olvidaremos, al menos yo.
Normas de uso