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Lo que los aplausos no ven


Luchemos, quedémonos en casa, avancemos por la retaguardia, por el frente, no desviemos la lucha, sobreviviré, restiré....Miles de eslóganes llenan los televisores, internet, la prensa diaria. El sensacionalismo avanza, minuto a minuto, minando el epicentro de las miradas que dispersas se sostienen en la niebla generada por la ideología de un sistema donde unos pocos aprietan los botones y orquestan una carrera de sacos donde debajo de nuestros pies hay pozos. ¿Pero contra qué, contra quién o favor de qué o quién realmente estamos luchando? Vemos las carencias de un sistema económico, político  y social mundial donde los recortes en los derechos básicos como la sanidad, la educación, la cultura trabajan para  que permanezcamos en la ignorancia, para que sigamos picando el anzuelo y sigamos atrapados en una rueda que nos aplasta, donde nos hacen creer que somos héroes por sobrevivir, donde los soldados en primera línea ya están condenados, pero no a una pandemia, sino a una ideología que nos atrapa en una rueda que es difícil escapar. Instituciones compradas, a golpe de talonario que dan instrucciones, te dicen lo que es importante y lo que no, cómo has de vivir, pensar, sentir, un veneno ingerido poco a poco, con nombre de medicamento. Consumidores crónicos, una vida de usar y tirar para seguir alienados a un ritmo frenético donde casi no se puede respirar.

Sin instrumentos de lectura se lee ingenuamente, y es la lectura más prejuiciosa. Vemos cómo países que han querido construir sociedades de bienestar, donde no estén sujetos a la globalización, a los poderes económicos, se les ha bloqueado, tachados de dictadura, les han expoleado sus recursos y han colocado a títeres en un juego salvaje donde el reparto de la riqueza acusa diferencias exponenciales en el estado de derecho. Es el más alto grado de sometimiento del hombre en las sociedades contemporáneas, pensar y leer ingenuamente. Lo que consolida el poder es la dirección de los modelos ideológicos. Mientras aplaudimos y permanecemos en casa, la banca expolia los ahorros de las personas, los buitres acechan en las cornisas para arrebatar nuevamente, como en todas las crisis, los recursos de las personas, y dar pasos atrás en derechos ya conquistados. Siempre están los pocos que se benefician, otra vez apretar las tuercas, la rueda vuelve a girar. 

Si el centro de mi vida es la conciencia, el pensamiento se genera sobre ilusiones, como cuando nos asomamos a la ventana y vemos cómo el sol sale, se pone, no es el sol, es la tierra la que gira alrededor, y con los fenómenos que mi mirada ve también. Caemos en las ilusiones si uno cree que lo que ve, lo que escucha y lo que le dicen, es.  

 Nuestra riqueza son las relaciones sociales, el camino del trabajo, pensamientos que nos desalienen de esa ideología que nos hace permanecer en la orquesta mundial de un sistema que cada vez tiene más fisuras. La persona que construye un pensamiento donde pase lo que pase no se van a dejar llevar por el terrorismo del miedo, no les va a tumbar. Van a  morir igualmente, pero por el camino más largo, la vida. Todo instrumento de lectura que no sea un modelo ideológico de los estados produce una transformación en el sistema social en que vivimos.

            La sublimación es el mecanismo que transforma aquel animal que fui y que por esta reprimido en mí siempre retorna en hechos sociales e históricos. No hay un aparato psíquico que no tenga que luchar constantemente con sus tendencias a retornar a lo que fue. Comienza por ti, que la vida te lleve por delante para construir un otro de ti que no necesite de la enfermedad para hablar, para no decaer, mantener el camino del trabajo, el amor, el deseo. Detrás de los aplausos no vemos lo que realmente está pasando, caemos en el infantilismo, en la esperanza, quedándonos en estanque tibio donde poco a poco nos seguirán subiendo la temperatura.

            Psicoanalizarse es un derecho, cuerpo y palabras para la vida. La vida se produce en base a cómo pienso, y el pensar es inconsciente. Hay frases que comandan tu vida y no te permiten ver otra cosa, producir otros caminos donde sí sea posible vivir, el goce de vivir. Se puede gozar de la vida y construir una realidad más allá de la ideología que quiere que creas y vivas para sostener su máquina de matar ilusiones. La salud no es la ausencia de enfermedad, es una articulación, no hay sujeto psíquico sin sujeto social. 

 

 

 

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