Mientras esperaba a Rosi que había ido -acompañada de “nuestra” hija Rosamary- al Hospital Interno Infantil para que le hicieran un tac cerebral- he dado una visual general por distintas cadenas de televisión para saber del acontecer del día de hoy, y he llegado a la fatal conclusión de que soy un machista redomado y amante del heteropatriarcado, epidemia que asola a buena parte de la sociedad.
La ministra de Educación, señora Celáa, ha afirmado -parodiando a Gibran- que “nuestros hijos no nos pertenecen”; pero qué pedazo de borrica ha cogido las riendas de la chavalería española para hacernos creer lo que no somos, o sea, los amos de ella; ya ven, la niña eterna que ya roza los sesenta tacos de edad.
Nosotros, los del patriarcado, y ellas, las del silente matriarcado, pasamos olímpicamente de esta tanda de falsos progresistas que no saben como jodernos el día; qué pena de esta España tramposa que andan preparando, para regocijo de idiotas, una sociedad sucia y marranilla.
Iba la tal ministra acompañada de la de Igualdad, la chavala de Pablo, ya saben Irene Montero; pues bien, la tal Irene ha nombrado segunda de a bordo a alguien que se llama Beatriz no sé qué ni me importa porque no le voy a hacer ni puñetero caso, que proclama que a los hombres heteros, creo que lo soy, hay que penetrarlos analmente, a saber: por el pompi o culo.
Vamos quedando, por lo que se ve, pocos heteros y se amplía el numero de “homos” poco a poco.
Y por qué no nos dejan en paz de una puñetera vez y se preocupan de detallitos más importantes; por ejemplo: tener vergüenza, eso que alguna vez nos pone algo colorados, el sonrojo que le llaman.
A mis ochenta y cuatro tacos a punto de cumplir, como me dice mi amigo “el pollo”: no te calles y escribe lo que quieras. Pues eso, amigo, hoy me he vuelto majara.
Normas de uso