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Certezas


Días pasados leí un Twitt de Don Pedro Duque, que terciaba en una discusión sobre la contaminación, diciendo: “Las políticas  públicas deben estar siempre basadas en las certezas que sólo nos da la ciencia”. Según la aseveración del Sr. Duque, no hay más certeza que la que da la ciencia.

El DRAE, define certeza, en su primera acepción, como “conocimiento seguro y claro que se tiene de algo”. Y pregunto yo ¿La ciencia nos ofrece un conocimiento seguro y claro de todo lo que acontece? Sin negar que la ciencia ha prestado, presta y prestará grandes servicios a la humanidad, también grandes desastres, la historia de la ciencia, desde sus albores, nos muestra los cambios de paradigmas cuando sus teorías se invalidan por el devenir de los hechos o por otras teorías más convincentes.

En cierta ocasión escribí en estas páginas: “La ciencia como el arte hay que crearlos. Así, a través de la historia, la humanidad evoluciona: de forma acelerada en algunos tiempos y en otros, paralizada. Hombres insignes, científicos y artistas han establecido los paradigmas de su ciencia y de su arte, a veces se han mantenido y, en múltiples casos, han debido desestimarlos porque no explicaban, satisfactoriamente, los fenómenos”.

Y al hilo del tema, en otra ocasión, y también en estas páginas, expuse: “Otro ejemplo puede ser la teoría del flogisto  ideada por el químico alemán Geor Ernst  Sthal   que,  atraído por el fenómeno de la combustión, estaba convencido de que, cada sustancia combustible, poseía un elemento común a todas ellas que denominó "flogisto", (del griego flogisto: inflamación). Así los elementos más combustibles como el alcohol, la madera, etc., estaban compuestos casi exclusivamente por flogisto. Los metales y otros elementos no combustibles además de flogisto, en mínima cantidad contenían la llamada ‘materia terrosa’.

Este ‘hallazgo científico’ fue saludado, como uno de los  grandes  descubrimientos de la época  y vigente en  la comunidad científica, durante un siglo aproximadamente. Hay que tener en cuenta que nadie había logrado ver, medir, catalogar concretamente al flogisto que, según la teoría de Sthal, estaba presente en toda sustancia inflamable y sería directamente responsable del fuego”.

Lavoiser demostró la falsedad de tal teoría abriendo camino a una nueva ciencia: La Química. Este ejemplo tiene carácter apodíctico, por el derrumbamiento, como falso de tal paradigma científico.

Al hilo de lo dicho podemos corregir al Sr. Duque diciendo que “Sólo la ciencia da, a veces, ciertas certezas”.

 

 

 

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