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El discurso del Rey


No, no me refiero a la película estrenada en 2010, que cuenta los prodigios alcanzados por Jorge VI, Rey y padre de la actual reina de Inglaterra quien, con la ayuda de un logopeda, consigue vencer  su tartamudez y pronunciar su discurso que da título a la película.

No solo los reyes foráneos emiten sus discursos. Recientemente, el nuestro, SM Don Felipe VI, a las 9 de la noche y siguiendo la tradición, pronunció su televisado mensaje de Nochebuena. Lo escuché con atención para no perderme ninguna de sus ideas. Además, y para asentar su mejor conocimiento, busqué el texto escrito que me ayudara a calar en su contenido.

Los medios han recogido, como es habitual, las opiniones generadas de aceptación y rechazo en los representantes de las distintas opciones políticas a  las palabras del monarca. Miradas éstas, objetivamente, se ve que, con las limitaciones que tiene el rey,  armar las pronunciadas enviando mensajes diversos, no es fácil. A mí me ha parecido apropiado y acorde con los tiempos que vivimos.

El rey tiene cierto magnetismo; vocaliza muy bien y se acompaña con gestos suaves. Se le entiende todo cuanto dice, con lo que hace creíble su “vocación de servir a España con lealtad, responsabilidad y total entrega”.

Sus seis años de reinado lo certifican. Su cercanía al pueblo no hurtando su presencia en aquellos lugares y momentos en que llevaría ánimo y consuelo a los afectados así como la excelencia de su representación tanto en el interior como el exterior de España, lo avalan.

Con la autoridad moral que le da su intachable conducta y el soporte a la Corona de la Constitución, puede dirigirse a los españoles trazando ideas básicas para mejorar el desarrollo de nuestras capacidades sostenido por el esfuerzo de los españoles, tanto mayor, y más sólido, cuanto más unidos estemos.

Merece la pena reflexionar sobre lo dicho por el Rey en su mensaje navideño desentrañando lo que dice, lo que quiere decir, y aquello que no dice pero palpita en su discurso. La situación política actual de España exige un análisis serio para obrar en consecuencia.

No podemos olvidar y tener siempre presente que construir es difícil y lento. Exige gran esfuerzo, voluntad operativa, ideas y un larguísimo etcétera. Destruir es rápido e irreversible sembrando el caos y la desesperanza.

 

 

 

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