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El segmento de plata. Tiempos difíciles


     No voy a entrar en discernir de qué parte está la verdad. Ni siquiera voy a dilucidar quién tiene la razón. Lo que me preocupa es que a mí, y a mi familia, nos está involucrando y perjudicando. No estoy preparado para denunciar a los culpables, “Entre todos lo mataron y el solo se murió”. El caso es que estoy siendo invadido por una sensación de alerta precursora de un “canguelo” indescriptible.

     Vamos dejando pasar, sin inmutarnos, una tras otra, las meteduras de pata de los políticos a escala mundial, nacional, regional o local. Ellos nos siguen prometiendo y prometiendo, Hasta ahora esta situación no ha incidido en mis relaciones familiares. Pero ahora están llegando a un punto en que, por primera vez hemos debatido la situación política con una cierta acritud.

    Pienso que no podemos caer en el error sufrido en otros tiempos por nuestros ancestros, los que empezaron a discutir por cuestiones ideológicas. Podréis entender nuestro problema cuando tengáis en cuenta el montante de mi familia: treinta y ocho personas de noventa y dos a un año. De ellos veintitrés mayores de edad. Fijaros la tormenta de ideas que se puede desatar.

     Comentando las intervenciones y los programas de los diversos partidos,  con motivo de un acontecimiento en el que estábamos casi todos, días pasados, surgió la primera chispa de discrepancia. Tenemos una familia con diversas raíces: republicanos, monárquicos, de derechas de izquierdas y los de la generación de la posguerra que casi todos somos de centro.

    Ahora nos encontramos con las diversas alternativas que podemos elegir. Todos los partidos dicen pretender lo mismo, mejor sanidad, mejor educación y protección a los niños, los mayores y los más desheredados. El matiz estriba en el cómo. Si cuidar de los niños y de los mayores es dar rienda suelta al aborto y a la eutanasia… por ahí no paso. El tema de los migrantes es otro que suscita discrepancias. Yo me remito a la actitud de Jesús de Nazaret ante estos problemas e intento obrar en consecuencia.

     He llegado a la conclusión de que debemos actuar todos en libertad y exponer, no imponer, nuestros criterios y al primer indicio de controversia tomar la calle de en medio. Al final, casi todos los caminos conducen a Roma. Pero no empecemos con las barricadas en nuestra propia casa. Bastante hay en Cataluña. Que no perturben, en lo posible, la paz familiar. Como diría José Mota: “DANGER”.

 

 

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