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La buena noticia. Siempre que ha “llovío”…


     ¡Menuda nochecita la del viernes al sábado pasado! En mi vida había vivido en primera persona una tormenta parecida. Se enlazaron los rayos y los truenos dando la apariencia de una película sobre la segunda guerra mundial en pleno bombardeo; o como poco, el diluvio universal. Parecía que se acababa el mundo.

    Mi casa, situada en la ladera de una montaña malacitana, soportó bastante bien los embates de la lluvia. Tan solo surgió una especie de manantial en el suelo de la planta baja que fue resuelta con rapidez. Las cataratas de agua corrieron cuesta abajo hasta el centro de Málaga donde confluyen todas las lluvias que caen en la ciudad.

    Recordé mi infancia en el barrio del Perchel (calle Mármoles), donde estas tormentas traían consigo unas tremendas riadas e inundaciones que acababan en un par de días, mientras, permanecíamos en casa sin poder salir si no era nadando. En septiembre siempre se han sufrido grandes tormentas como la presente, pero nunca de tanta intensidad, salvo aquella riada tremenda, que se reprodujo un día después, a finales de los ochenta.  

     Como siempre, eché de menos una emisora local, abierta a lo largo de la noche, que fuera informando minuto a minuto de la situación, a fin de evitar más problemas de los que ya se vienen produciendo en una ciudad que nunca está preparada para las lluvias.  Menos mal que las emisoras nacionales dan “partes” cada hora. Esto ha evitado más desgracias personales que las que se han sufrido.

    Mi “buena noticia” de hoy es que, gracias a Dios, se han creado albergues para los que viven en la calle, en los que pueden dormir en un sitio caliente y bien atendido. Albergues municipales y de la Iglesia Católica. Entre ellos el centro, auspiciado por Caritas, “Calor y café”. Una treintena de marginados que pueden disfrutar de una atención individualizada.

    Y otra buena noticia. El cariño demostrado por el párroco y los feligreses de Santo Domingo. Le buscaron un hogar y le apoyaron en los últimos momentos. Ojala se pudiera erradicar la pobreza y no tener que recurrir a la caridad. Ah, y mientras escribo esto luce el sol en nuestra Málaga. Ya “ha escampío”.    

 

 

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