Sigue vigente lo del “Mayo del 68”: “Que nuestros sueños sean sus pesadillas”, o sea, nosotros a soñar, pero sin dormirnos, y ellos a sufrir con nuestros sueños.
Si fuesen freudianos algo sabrían de lo que deseamos, pero como no saben interpretarnos, creen, pobrecitos ellos, que deseamos ocupar su lugar en el patíbulo del “prestigio vergonzante”.
Aire, mucho aire, campo fresco, verdad, tierra húmeda, jilgueros, sabor a vida y espacio abierto para que transiten los verdaderos creadores.
Nuestra meta es ninguna, a lo más arrancar de cuajo los stop que los poetastros han colocado en la arteria de la poesía.
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